Reportaje:

Los clásicos de la Semana Grande

En agosto de 1978, después de más de medio siglo sin fiestas, nació la Aste Nagusia bilbaína. Desde entonces ha llovido mucho y desde entonces también, algunos no se han perdido ni una sola edición de las fiestas bilbaínas. Son los incondicionales de la Semana Grande, personas y también personajes -algunos de cartón piedra, como la cara más querida de las fiestas, Marijaia-, que van unidos indisolublemente al jolgorio. La historia de Marijaia la conoce bien Marino Montero, integrante de la primera comisión de fiestas de Bilbao. Entonces había 24 comparsas, la mayoría surgidas de asociacione...

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En agosto de 1978, después de más de medio siglo sin fiestas, nació la Aste Nagusia bilbaína. Desde entonces ha llovido mucho y desde entonces también, algunos no se han perdido ni una sola edición de las fiestas bilbaínas. Son los incondicionales de la Semana Grande, personas y también personajes -algunos de cartón piedra, como la cara más querida de las fiestas, Marijaia-, que van unidos indisolublemente al jolgorio. La historia de Marijaia la conoce bien Marino Montero, integrante de la primera comisión de fiestas de Bilbao. Entonces había 24 comparsas, la mayoría surgidas de asociaciones de vecinos de los barrios bilbaínos. Hoy apenas quedan una decena de aquellas pioneras de las txosnas. Según cuenta Montero, a esa histórica comisión se le ocurrió crear un personaje que animara las fiestas y recurrieron a la pintora Mari Puri Herrero. En sólo cinco días, exactamente entre el 15 y 19 de agosto de 1978, la artista recuperó una cara que había inventado tiempo atrás, le puso un armazón para darle entidad y altura, la vistió con una florida falda, una blusa chillona y un pañuelo de fiestas y la presentó a la comisión. Marijaia nació para ser el personaje de esas primeras fiestas pero, "como enganchó tanto a la gente", apunta Montero, se convirtió en el símbolo por antonomasia de la Aste Nagusia. Otro personaje que está casado con las fiestas es el Gargantúa, aunque goza de mayor historia que la rubia omnipresente de las fiestas. El bombero Etxaniz creó en 1854 este gigante divertido que se come a los niños deslizándolos por su tripa-tobogán, inspirándose en la obra crítica de François Rabelais, Gargantúa y Pantagruel. Pero el tiempo da la vuelta a las cosas y si entonces, allá por el siglo XVI, el gigante, que engullió a varias personas mientras comía una ensalada, escandalizó a la sociedad de la época, hoy día el Gargantúa es un personaje muy querido por los niños, que cada día hacen cola impacientes ante su enorme boca. No es éste el único gigante de las fiestas. Sólo durante la Aste Nagusia, los empleados del Ayuntamiento quitan el polvo a los catorce gigantes propiedad municipal. Las fiestas son la única ocasión de ver a estos enormes muñecos que simbolizan el pasado y presente de la capital vizcaína. Están el inglés y la bilbainita, homenajeando los tiempos de la industrialización, Zumalacárregui e Isabel II, recordando la dicotomía política entre tradicionalistas y liberales, y también, el ferrón y la cigarrera, unas trabajadoras que protagonizaron una de las primeras huelgas de la historia vasca. Ligado a las fiestas, desde los inicios, está también Txomin Barullo. Esta comparsa, que nació bajo el paraguas de EMK-LKI, eligió como símbolo de su txosna a este personaje chirene de principios de siglo de Bilbao, que no faltaba a celebración o juerga que se terciara y del que sólo ha perdurado su apodo. "Decidimos ponerle a Txomin Barullo la cara de Groucho Marx porque es un cómico que nos gusta", explica la comparsera Raquel. Pero no todos los clásicos de las fiestas son de cartón piedra. Emulando a Txomin Barullo, tenemos hoy a Marino Montero, un incondicional de la Aste Nagusia bilbaína y de otros eventos que durante el año se celebran en la villa. Desde la perspectiva que le dan 21 años de presencia activa en la Semana Grande, Montero asegura que "las fiestas ya no tienen la magia que tuvieron las de 1978, porque eran las primeras fiestas populares desde la Dictadura de Primo de Rivera, pero con los años se han ido asentando y lo importante es, más que el programa, la fiesta en sí misma". Lo que sí echa en falta este bilbaíno es "la ritualización de las fiestas de día. No hay actos masivos que se convierten en rituales". Fuera del ambiente de las comparsas, los toros y el teatro,que se han celebrado ininterrumpidamente en el agosto bilbaíno desde princios de siglo, también tienen sus incondicionales. En Vista Alegre, no hay Aste Nagusia en la que no esté presente la ganadera bilbaína Dolores Aguirre. Esta habitual de los tendidos compaginará también este año una doble función en el coso, la de espectadora y ganadera. En la última corrida de abono, el próximo domingo, se lidiarán toros de su la ganadería, que pastan en Constantina (Sevilla). En el mundillo teatral, el personaje clásico de las fiestas es Pedro Osinaga. Este galán sesentón, que todavía causa furor entre la población femenina de mayor edad, está en Bilbao este año con la obra cómica Frente a frente. Por último, en esta lista de personajes clásicos, no pueden faltar unos de reciente incorporación. Son los punkies que durante la Semana Grande acampan en El Arenal e invaden el Casco Viejo. Este grupo variopinto, que poco a poco va cambiando los collares de pinchos por el piercing desmedido, no ha dejado de crecer en los últimos años. Este año son más de un centenar.

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