Cartas al director

La ley de perros

El artículo publicado el pasado 29 de julio sobre la nueva ley de perros peligrosos en Cataluña me ha dejado un tanto perplejo. Como veterinario y dueño de un perro, esta norma me parece una respuesta fuera de lugar, pero sí la más simple para los políticos buscadores de votos fáciles. Me parece una barrabasada acusar a un animal de un comportamiento que es puramente responsabilidad del dueño. Entendámonos: la educación de un animal de cier-Pasa a la página siguiente

Viene de la página anterior tas características recae al cien por cien en su dueño y nadie más. El creer que existen raz...

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El artículo publicado el pasado 29 de julio sobre la nueva ley de perros peligrosos en Cataluña me ha dejado un tanto perplejo. Como veterinario y dueño de un perro, esta norma me parece una respuesta fuera de lugar, pero sí la más simple para los políticos buscadores de votos fáciles. Me parece una barrabasada acusar a un animal de un comportamiento que es puramente responsabilidad del dueño. Entendámonos: la educación de un animal de cier-Pasa a la página siguiente

Viene de la página anterior tas características recae al cien por cien en su dueño y nadie más. El creer que existen razas de perros asesinos demuestra una ignorancia suprema y una falta de conocimiento sobre la materia. Puedo citar cientos de animales de dichas razas que visitan los hospitales de las universidades donde he trabajado y trabajo sin ningún tipo de problemas en su comportamiento. Sin embargo, cuando cualquier animal predador, sea perro o hiena, es entrenado y estimulado para ejercer dichas funciones, naturalmente, desarrollará dichas funciones. Si además sus características físicas favorecen dicho comportamiento, entonces se convierte en un animal francamente peligroso. Cada vez que visito España, me quedo asombrado de la agresividad de los perros por la calle y de la falta de control de los dueños sobre sus animales. Es muy difícil y casi imposible ver a un perro andando al lado de su dueño y no sin tirar de su correa continuamente. Obviamente, dichos propietarios han sido mal aconsejados y carecen de conocimiento para cómo educar a su leal compañero. El problema es mucho mayor y se escapa a la extensión de esta carta, pero parte de él recae en la ignorancia de realizar dicha labor educativa con la debida instrucción para tener un animal disciplinado y obediente.

Esta ley demuestra, una vez más, el desinterés por acallar el problema real y la voluntad de tapar con parches los déficit que existen en la sociedad actual. Al final, el perjudicado, el más débil. Y luego dirán que somos justos.-

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