Tribuna:

Música

BEGOÑA MEDINAEl mundo de la música -como tantos otros mundos de las artes y la cultura, de las profesiones y de otras muchas cosas, entre ellas la política- se mueve en círculos cerrados con sus saberes y su léxico propio, círculos que hierven en opiniones y cotilleos de festivales, orquestas, cantantes, directores, programadores, presupuestos, mecenas y mil detalles herméticos para quien no está en ellos. Los melómanos, que parecían pocos y desperdigados, fueron apareciendo con los comienzos de la Sinfónica, y, a partir de aquellas maravillas musicales que nos llegaron durante la Expo prolife...

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BEGOÑA MEDINAEl mundo de la música -como tantos otros mundos de las artes y la cultura, de las profesiones y de otras muchas cosas, entre ellas la política- se mueve en círculos cerrados con sus saberes y su léxico propio, círculos que hierven en opiniones y cotilleos de festivales, orquestas, cantantes, directores, programadores, presupuestos, mecenas y mil detalles herméticos para quien no está en ellos. Los melómanos, que parecían pocos y desperdigados, fueron apareciendo con los comienzos de la Sinfónica, y, a partir de aquellas maravillas musicales que nos llegaron durante la Expo proliferaron ostensiblemente y están organizados en grupos y asociaciones que mantienen viva la noticia y el interés. Dicen que son miles los sevillanos que se quedan con la miel en los labios y la frustración de no poder conseguir entrada en muchas ocasiones. No se puede negar que esta ciudad, con su magnífica orquesta, su coro estupendo y sus producciones y coproducciones líricas, ha conseguido un lugar más que digno en el mundo musical. Los primeros asombrados somos nosotros. Incluso hemos exportado esas producciones líricas; creo que El Cid está ahora en Washington, lo que supone un valor publicitario importante para Sevilla. Además nos queda el valor cultural y la actividad que genera cada representación entre cantantes, bailarines, peluqueros, costureras, sastres, personal técnico, imprenta, diseño, publicidad, hoteles y restaurantes. Pero como nunca estamos contentos y siempre hay motivos de discusión, dos temas son ahora objeto de debate entre los melómanos: las dificultades económicas de la ópera y la posibilidad de un nuevo auditorio para la Sinfónica que no siempre puede ensayar en el mismo lugar en el que luego dará los conciertos -en este caso el teatro de la Maestranza-. Se comprende muy bien la incomodidad y la imperfección del sistema, pero una vez que se han salvado tantas dificultades y culminado con éxito tanto esfuerzo, como siempre tenemos más necesidades que medios para contentar a todos, como tampoco nos faltan teatros, digo yo que alguna solución habrá para que podamos conservar el camino que llevamos andado.

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