Kazajistán sólo permitirá a Rusia enviar víveres a la 'Mir' si paga su deuda

La fecha límite para abandonar la estación espacial es el 28 de julio

Kazajistán se muestra inflexible: no dejará que salga la nave de carga Progress M-42, que debe llevar víveres y equipos vitales a la Mir, hasta que Rusia cumpla una serie de exigencias, especialmente el pago de lo que debe por el alquiler del cosmódromo de Baikonur. Ni siquiera la intervención del primer ministro ruso, Serguéi Stepashin, ante el presidente kazajo, Nursultán Nazarbáyev, logró levantar la prohibición que Kazajistán impuso a los lanzamientos espaciales después de que el 5 de julio explotara un cohete Protón K.

La conversación telefónica mantenida ayer entre Stepashin y Naz...

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Kazajistán se muestra inflexible: no dejará que salga la nave de carga Progress M-42, que debe llevar víveres y equipos vitales a la Mir, hasta que Rusia cumpla una serie de exigencias, especialmente el pago de lo que debe por el alquiler del cosmódromo de Baikonur. Ni siquiera la intervención del primer ministro ruso, Serguéi Stepashin, ante el presidente kazajo, Nursultán Nazarbáyev, logró levantar la prohibición que Kazajistán impuso a los lanzamientos espaciales después de que el 5 de julio explotara un cohete Protón K.

La conversación telefónica mantenida ayer entre Stepashin y Nazarbáyev no dio resultados positivos, según se desprende de un comunicado oficial divulgado en Astaná, capital de Kazajistán, por la Administración presidencial. "La parte rusa debe resolver lo antes posible el problema de los atrasos por el pago del alquiler del cosmódromo", se dice en la declaración de Nazarbáyev. Rusia, que tiene que pagar 115 millones de dólares (18.860 millones de pesetas) anuales por el uso de Baikonur, ya debe 300 millones. Así las cosas, sólo un milagro puede hacer que la Progress sea lanzada no ya hoy, como estaba previsto, sino pasado mañana. Los rusos, a pesar de todo, no han perdido las esperanzas, y el cohete portador Soyuz U ya está preparado con la nave de carga en la plataforma Gagarin, la número uno, a la espera de obtener la luz verde. Moscú afirma que en el caso de que la Progress no pudiera abandonar Baikonur para el 28 de julio, los astronautas en órbita -los rusos Víktor Afanásiev y Serguéi Avdéyev, junto con el francés Jean-Pierre Haignère- deberán pasar a la nave Soyuz TM y regresar a la Tierra, abandonando la Mir a su suerte.

Precisamente aquí es donde está el mayor peligro, según ha explicado Yuri Kóptev, director general de la Agencia Espacial Rusa: la Progress, además de agua potable y víveres para los astronautas, debe llevar equipos de navegación vitales para que, en caso de que el ordenador central de la Mir falle (como ha ocurrido más de una vez), la estación pueda ser guiada desde la Tierra.

En agosto, la Mir quedará deshabitada y permanecerá en régimen no pilotado hasta principios del año próximo. Si para entonces los rusos no han conseguido financiación para enviar una nueva tripulación y seguir explotando la estación orbital (lo que cuesta 32.000 millones de pesetas anuales), la mole de más de 120 toneladas será hundida en el Pacífico.

Ahora bien, si el equipo de navegación al que se refiere Kóptev no llega a la Mir, su descenso puede ser incontrolado, lo que significa que los trozos en los que se rompa pueden caer en cualquier parte del globo ubicada entre los 51 grados de latitud norte y los 51 de latitud sur. Es decir, que podría caer, por ejemplo, sobre París, como ha dicho el modista Paco Rabanne, o sobre prácticamente cualquier capital europea, incluida Madrid.

La historia del espacio ya conoce la caída descontrolada de una estación espacial, aunque no hubo víctimas, ya que sucedió en un lugar despoblado: se trata de la Saliut 7, cuyos restos cayeron en 1991 en los Andes, cerca de la frontera argentino-chilena.

Retraso en la inspección

Los kazajos están molestos no sólo por los atrasos en los pagos del alquiler de Baikonur, sino también porque Rusia no envió rápidamente una comisión de altos funcionarios a inspeccionar el accidente del pasado 5 de julio. Ahora, después de la conversación con Nazarbáyev, Stepashin ordenó a Iliá Klebánov, viceprimer ministro responsable del complejo de la industria militar, partir urgentemente a Kazajistán para continuar las negociaciones y encontrar una solución al problema. El Protón K que hizo explosión la pasada semana, que debía poner en órbita un satélite militar Ráduga (Arco Iris), era el primero en el que se debía probar la unidad de aceleración Briz M, la misma que tendrá el cohete que en noviembre debe poner en órbita el siguiente módulo para la Estación Espacial Internacional. Sin embargo, debido al fallo del cohete, no se logró cumplir el programa de prueba de dicha unidad.

En 10 años de explotación de los Protón K, éste es el segundo accidente por culpa del cohete (el primero tuvo lugar el 9 de agosto de 1990). En total ha habido 95 lanzamientos de este tipo de cohetes, que han puesto en órbita 145 aparatos espaciales.

Mientras tanto, en la Mir, los tres astronautas que la habitan lograron determinar que la fuga de aire detectada hace dos semanas ocurre en algún lugar del módulo Kvant 2. De momento, la pérdida de presión es de dos milímetros diarios y los cosmonautas no corren peligro, ya que hay suficientes reservas de oxígeno. En último caso se podría simplemente clausurar ese módulo, como se hizo con el Spektr después del choque con una nave de carga hace dos años.

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