Tribuna:

Piezas

DE PASADAEs la era Internet, pero el subdelegado del Gobierno en Granada, Julián Urbano, no debe haberse enterado: en su gabinete de prensa aún se escribe con ampulosas máquinas de escribir, de aquéllas muy grandes y muy negras que siempre tenían torcida la tecla de la "m", y la de la "o" solía dejar un agujero en el papel. De ahí podría explicarse lo que sucedió la noche de elecciones en Granada cuando, alcanzado el 95% del escrutinio, las pantallas de datos en las diferentes sedes de los partidos se paralizaron. No es que Internet se hubiera quedado bloqueado o que la línea se hubiera venido...

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DE PASADAEs la era Internet, pero el subdelegado del Gobierno en Granada, Julián Urbano, no debe haberse enterado: en su gabinete de prensa aún se escribe con ampulosas máquinas de escribir, de aquéllas muy grandes y muy negras que siempre tenían torcida la tecla de la "m", y la de la "o" solía dejar un agujero en el papel. De ahí podría explicarse lo que sucedió la noche de elecciones en Granada cuando, alcanzado el 95% del escrutinio, las pantallas de datos en las diferentes sedes de los partidos se paralizaron. No es que Internet se hubiera quedado bloqueado o que la línea se hubiera venido abajo. No. Donde se quedaron bloqueados fue en la Subdelegación del Gobierno, en donde no acertaban a resolver el problema en tres o cuatro mesas electorales de la capital. Así le hicieron sudar la gota gorda al todavía alcalde de Granada, Gabriel Díaz Berbel, a quien le decían que sólo necesitaba cien votos más para alcanzar la mayoría absoluta, o al que puede ser futuro alcalde, el socialista José Moratalla, al que no dejaron respirar tranquilo hasta pasadas las dos de la mañana. Sólo faltó que Urbano hubiera ordenado escribir los resultados electorales en pergaminos y cartapacios. Y es que en Granada, los subdelegados del Gobierno, o los gobernadores civiles, siempre han dado la nota la noche electoral. Hace años, otro alto representante de la Administración, Gerardo Entrena, en cuyo gabinete de prensa estaban las mismas máquinas de escribir que ahora, tuvo la ocurrencia de ir leyendo, pueblo por pueblo, municipio por municipio, el resultado de las votaciones. Empezó temprano, pero ya era casi de madrugada cuando, entre todo el marasmo de siglas, se encontró con una que no había visto hasta entonces: LV. Se trataba de Los Verdes de Francisco Garrido, y el color debía sonarle al hombre, pero lo de la L no, de modo que empezó a improvisar nombres como pudo. Entre titubeos primero dijo "Lista Verde", luego "Lema Verde" y, tras una pausa, soltó: "Línea". Un periodista, agotado por las horas de espera, tuvo un pronto y, al grito de "línea", gritó él: "¡Bingo!". El gobernador se quedó de una pieza. Y de una pieza se ha quedado Díaz Berbel, que está a punto de verse sin alcaldía y dejar sin trabajo a muchos periodistas, como él mismo dice por ahí: "¿De qué vais a vivir los periodistas sin mí?". No le falta razón. ¿Qué será del De pasada sin él? JESÚS ARIAS

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