ELECCIONES 13-J Autonómicas

El anclaje de Ruiz-Gallardón

El reelegido presidente de la Comunidad de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, se ha convertido en el principal activo electoral del PP en la región. Su capacidad de atracción, que abarca desde la derecha más rancia hasta los márgenes del centroizquierda, ha dado luz a un extraño fenómeno de voto cruzado que se activa incluso en los feudos más cerrados del PSOE. Este es el caso de Fuenlabrada, donde el alcalde, con un 62% del voto (frente al 25% del PP), ha conseguido ser el socialista más votado de España. Su electorado, sin embargo, a la hora de elegir candidato autonómico ha reducido en diez pu...

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El reelegido presidente de la Comunidad de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, se ha convertido en el principal activo electoral del PP en la región. Su capacidad de atracción, que abarca desde la derecha más rancia hasta los márgenes del centroizquierda, ha dado luz a un extraño fenómeno de voto cruzado que se activa incluso en los feudos más cerrados del PSOE. Este es el caso de Fuenlabrada, donde el alcalde, con un 62% del voto (frente al 25% del PP), ha conseguido ser el socialista más votado de España. Su electorado, sin embargo, a la hora de elegir candidato autonómico ha reducido en diez puntos su apoyo al partido del alcalde y ha volcado esta diferencia en el candidato regional del PP (35%). Este caso se repite en todas las ciudades del cinturón rojo, el área industrial del sur donde viven más de un millón de personas y que ha constituido siempre un baluarte socialista. El resultado de esta penetración electoral se hace sentir incluso en la capital de España donde Ruiz-Gallardón supera en casi cinco puntos al alcalde (54,2% frente a 49,4%). Otro tanto sucede con los resultados globales de las elecciones europeas y municipales: el presidente regional es el único que supera la frontera del 50% del voto y que, por tanto, es capaz de enfrentarse con éxito a la coalición PSOE e IU. Fruto de esta ventaja, aunque mínima, ha sido el aumento de su mayoría absoluta, cifrado en un diputado (en una Asamblea con un escaño menos). La cantidad es exigua y no se corresponde con el incremento de votantes, pero muestra que el desgaste del poder no le afectado y que su estrella aún puede brillar. Ruiz-Gallardón, de hecho, ha anunciado que este será su último mandato y que no descarta optar a la sucesión de Aznar. La buena salud electoral de Ruiz-Gallardón no ha empañado el ascenso de la candidata del PSOE-Progresistas, Cristina Almeida, quien, en su estreno autonómico, sin grandes apoyos internos y apelando al voto femenino, ha logrado subir casi siete puntos (del 29,7% al 36,2%) y pasar de 32 a 39 diputados. Este incremento, en una jornada de fuerte abstención (39%), se debe tanto a una reactivación del voto socialista en la región, como a la fuga procedente de IU. Esta formación, en su caída en barrena, ha perdido nueve diputados y 267.000 votos, esto es, el 57% de su electorado.

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La baja participación hace difícil establecer si estos votos han ido a parar todos a manos del PSOE, tal y como indican las variaciones de porcentajes (IU pierde unos ocho puntos y el PSOE aumenta siete). Pero no cabe duda de que los socialistas, con una candidata procedente precisamente de IU, han sido el único partido que ha aumentado en términos absolutos sus papeletas (64.000), dejando a sus compañeros de oposición en evidencia. Un fracaso absoluto susceptible de múltiples lecturas, desde el voto útil hasta el castigo de su base social, que, por mucho que se invoquen responsabilidades superiores, probablemente arrastre consigo al candidato y coordinador regional de IU, Ángel Pérez.

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