La urna que voló en 1983

La disputa electoral en Irún no terminará el próximo 13 de junio. No hay visos de que la constitución de la próxima corporación municipal reproduzca los episodios vividos en junio de 1983, cuando salió despedida por los aires la urna en el momento en que un concejal de AP votaba a favor del alcaldable peneuvista Ricardo Etxepare. Días después, en pleno bullicio sanmarcialero, la Audiencia de Pamplona ordenó la repetición de la votación y exigió que se hiciera a mano alzada. De esta guisa salió investido como alcalde el socialista Alberto Buen Lacambra, que ha presidido todas las corporaciones ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

La disputa electoral en Irún no terminará el próximo 13 de junio. No hay visos de que la constitución de la próxima corporación municipal reproduzca los episodios vividos en junio de 1983, cuando salió despedida por los aires la urna en el momento en que un concejal de AP votaba a favor del alcaldable peneuvista Ricardo Etxepare. Días después, en pleno bullicio sanmarcialero, la Audiencia de Pamplona ordenó la repetición de la votación y exigió que se hiciera a mano alzada. De esta guisa salió investido como alcalde el socialista Alberto Buen Lacambra, que ha presidido todas las corporaciones democráticas (cuatro) tras el franquismo salvo la primera, que fue regida por el peneuvista Javier Txapartegi.Alberto Buen ha cumplido este mandato en compañía de PNV y EA, pero la repetición de esta alianza no es muy probable. El candidato socialista presenta como credenciales de su gestión la reducción de la presión fiscal (ahora en 38.998 pesetas por habitante) y de la deuda (4.434 millones de pesetas a 31 de diciembre pasado), y la administración de un presupuesto (5.996 millones de pesetas) cuyas prioridades han sido el empleo y la industrialización. La oposición le critica no haber sabido ilusionar a los ciudadanos y lamenta su falta de autoridad para encabezar proyectos ambiciosos. La relación de fuerzas refleja un dominio del voto socialista, aunque la necesidad de firmar pactos poselectorales abre una interrogante sobre la formación del próximo gobierno. Este panorama se completa con la interferencia del Alarde, que ha condicionado la elaboración de las listas. El desacuerdo visceral existente en este asunto entre el PNV, por un lado, y HB y sectores del PSE, por otro, aquéllos celosos por mantener la tradición de la fiesta, y éstos por renovarla y adaptarla a la modernidad, dificulta la repetición del tripartito PNV-EA-PSE, pero también pone en danza la traslación del pacto de Lizarra. El ascenso del voto del PP en las elecciones generales introduce otra posibilidad: un pacto PSE-PP.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En