GUERRA EN YUGOSLAVIA Los refugiados

La guerra va al fútbol en Skopje

El odio es una pelota que rebota fuerte. Pudo comprobarse el sábado pasado cuando hizo su aparición con toda su crudeza en el Gradski Stadium de la capital de Macedonia. Veintidós hombres vestidos en pantalón corto dirimieron en el terreno de juego mucho más que la final del campeonato de copa y su paso a la UEFA. Durante 90 minutos jugaron su particular guerra sobre Yugoslavia. Y como no podía ser de otra manera, en ambos equipos jugó el secretario general de la OTAN, Javier Solana. A favor o en contra. Pero presente en todas las arengas.Amado por unos y denostado por otros, las consignas fav...

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El odio es una pelota que rebota fuerte. Pudo comprobarse el sábado pasado cuando hizo su aparición con toda su crudeza en el Gradski Stadium de la capital de Macedonia. Veintidós hombres vestidos en pantalón corto dirimieron en el terreno de juego mucho más que la final del campeonato de copa y su paso a la UEFA. Durante 90 minutos jugaron su particular guerra sobre Yugoslavia. Y como no podía ser de otra manera, en ambos equipos jugó el secretario general de la OTAN, Javier Solana. A favor o en contra. Pero presente en todas las arengas.Amado por unos y denostado por otros, las consignas favorables o insultantes hacia Solana, presidieron los dos tiempos de un partido en el que los dos grandes de Macedonia, el eslavo Vardar y el albanés Sloga, se jugaban el acceso a la UEFA. "¡Solana, Solana!", fue el escaso aunque contundente grito de guerra de los hinchas del equipo albanés que ocupaban un pequeño espacio del estadio, en clara minoría.

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A ambos lados y frente a ellos, rodeados por todos los flancos, 10.000 ultras del conjunto serbomacedonio tuvieron arrinconados en las gradas a los albanomacedonios, que vestían los colores blanquiazules del Sloga. Carentes de insignías nacionales, los seguidores albaneses respondían crecidos con banderas de los Estados Unidos.

"Ultras" macedonios

Con el marcador a cero e importantes incursiones de los albaneses hasta la puerta del contrario, los ultras macedonios estaban fuera de sí. El grito de "¡Albanés bueno, albanés muerto!" hacía que los escasos partidarios del Sloga se mirasen entre sí temerosos de que pudieran ser objeto de tan profunda tesis.

Fue entonces cuando dos aviones de la OTAN rompieron la barrera del sonido al sobrevolar Skopje. Era la única bandera que necesitaban los albaneses para demostrar a sus compañeros de pasaporte, pero no de etnia, quién está de su lado y en contra de la limpieza étnica desencadenada por Belgrado contra sus hermanos albanokosovares. Enfervorizados ante la visión de las dos estelas de humo dejadas por los cazabombarderos aliados, saltaban apuntando con el dedo al cielo mientras la consigna "¡Solana, Solana!" volvió a llenar la boca de todos. Con "¡OTAN, OTAN!" se llegó al final de los primeros 45 minutos.

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Pasado el minuto 30 de la segunda parte, los radicales macedonios, que saltaban al unísono ayudados por la cerveza y el lema "¡Serbia, Serbia!", descubrieron entre sus filas a parte de la prensa española que cubría el partido, considerado de alto riesgo. Un gutural y atronador "¡Solaaaanaaa!" escupido desde caras enrrojecidas y venas hinchadas provocó la salida discreta de algunos periodistas españoles. Del definitivo 2-0 se tuvo noticia ya fuera del estadio.

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