ELECCIONES 13-J Municipales

Pendientes de la izquierda

Todos los sondeos electorales arrojan dudas sobre si los partidos minoritarios de izquierda obtendrán el fatídico 5% que da derecho a obtener representantes. El actual consistorio tiene representación de cinco formaciones. Todo indica que el PSC y Convergència i Unió (CiU) seguirán siendo los partidos más votados, seguidos a gran distancia del PP. Pero ninguna encuesta concede mayoría absoluta a los socialistas. Así, podría darse el caso de que Joan Clos fuera el más votado pero la suma de CiU y el PP permitiera un gobierno de derechas.Esto es así porque a la izquierda del PSC hay una sopa de ...

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Todos los sondeos electorales arrojan dudas sobre si los partidos minoritarios de izquierda obtendrán el fatídico 5% que da derecho a obtener representantes. El actual consistorio tiene representación de cinco formaciones. Todo indica que el PSC y Convergència i Unió (CiU) seguirán siendo los partidos más votados, seguidos a gran distancia del PP. Pero ninguna encuesta concede mayoría absoluta a los socialistas. Así, podría darse el caso de que Joan Clos fuera el más votado pero la suma de CiU y el PP permitiera un gobierno de derechas.Esto es así porque a la izquierda del PSC hay una sopa de letras. Donde antes había dos formaciones, IC y ERC, ahora hay cuatro, IC y EUiA (Esquerra Unida i Alternativa), ERC y el PI, con el riesgo claro de que la división del voto los deje a todos en la calle y a Molins en la alcaldía.

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En esta tesitura, los augures afirman que Jordi Pujol, uno de cuyos hijos va en las listas convergentes, no permitirá en modo alguno que Molins (CiU) sea alcalde antes de que se celebren las elecciones autonómicas, convencido de que un pacto tan directo con el PP se volvería contra él en las elecciones de otoño. Luego siempre habría tiempo para una moción de censura. En Barcelona hay una ley no escrita que dice que no puede haber el mismo color político en los dos lados de la plaza de Sant Jaume (donde se hallan, frente por frente, el Ayuntamiento y la sede del Gobierno catalán), ley que los socialistas confían en abolir instalando a Clos en un lado y a Pasqual Maragall en el otro.

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