GUERRA EN YUGOSLAVIA Los refugiados

Grupos de albanokosovares cruzan la frontera de Macedonia voluntariamente

Tras su práctica interrupción, el flujo de refugiados albanokosovares que desde hace más de un mes atravesaba de forma constante la frontera con Macedonia, se reemprendió ayer con la entrada de cerca de mil deportados por el puesto fronterizo de Blace (norte de Skopje). El día anterior lo hicieron otras 300 personas. Todos son víctimas del sistema represivo del régimen de Belgrado. Pero les diferencia una cosa con sus anteriores compañeros de éxodo: han abandonado Kosovo por voluntad propia.

El grupo que ayer cruzó es el más numeroso desde que el pasado día 5 Macedonia cerró sus puertas...

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Tras su práctica interrupción, el flujo de refugiados albanokosovares que desde hace más de un mes atravesaba de forma constante la frontera con Macedonia, se reemprendió ayer con la entrada de cerca de mil deportados por el puesto fronterizo de Blace (norte de Skopje). El día anterior lo hicieron otras 300 personas. Todos son víctimas del sistema represivo del régimen de Belgrado. Pero les diferencia una cosa con sus anteriores compañeros de éxodo: han abandonado Kosovo por voluntad propia.

El grupo que ayer cruzó es el más numeroso desde que el pasado día 5 Macedonia cerró sus puertas. Al pánico se ha unido el hambre: dos poderosas razones por las que durante el fin de semana unos 1.300 refugiados atravesaron la frontera. Ninguno dijo haber sido expulsado por la fuerza. Muchos conservaban sus documentos. Pero todos sintieron la necesidad de marcharse. "No podíamos más", aseguró Shaban Shala, un hombre de 51 años que fue expulsado de su casa en Mirosal hace seis semanas.Shala intentó quedarse en dos pueblos más, pero fue sacado a culatazos. Finalmente ocupó una casa vacía en Urosevac (40 kilómetros al sur de Pristina) y decidió esperar. Pero el sábado ya no pudo más. Ante la escasez de comida y el horror de vivir sitiado, decidió dejar Kosovo.

Los cerca de mil albanokosovares que ayer entraron en Macedonia aseguraron llevar días rodeados por paramilitares. "Disparaban continuamente", aseguró Fohedim Salmeden. "Era imposible salir a la calle". Este hombre de 36 años relató que cuando la Alianza bombardeaba una posición cercana era "mucho peor". "Nos amenazaban con que nos matarían para vengarse".

"Nos dejaron marchar. Sin más", aseguró una mujer al llegar al campo de Cegrane (50 kilómetros al oeste de Skopje). "Por fin podremos dormir, lejos de disparos y bombas", aseguró mientras se introducía bajo la lona blanca que la proteje desde ayer de los ataques.

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