Colmillos espectrales en las aulas

"La noche sin alba te apresta a encanecer en su sudario...". Esa misteriosa cita precede al título de un seminario sobre vampirismo que se está celebrando en la Universidad de Jaén. El ciclo se llama La penumbra de los iris hemáticos: elegías de conocimiento y aproximación a las libaciones lapidarias del vampiro literario y cinematográfico. O sea, puro análisis científico de la figura del vampiro en las dos artes que lo han convertido en objeto de culto: cine y literatura. La idea, que se pone en marcha por tercer año consecutivo, se le ocurrió a Julio Ángel Olivares, profesor de Filología In...

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"La noche sin alba te apresta a encanecer en su sudario...". Esa misteriosa cita precede al título de un seminario sobre vampirismo que se está celebrando en la Universidad de Jaén. El ciclo se llama La penumbra de los iris hemáticos: elegías de conocimiento y aproximación a las libaciones lapidarias del vampiro literario y cinematográfico. O sea, puro análisis científico de la figura del vampiro en las dos artes que lo han convertido en objeto de culto: cine y literatura. La idea, que se pone en marcha por tercer año consecutivo, se le ocurrió a Julio Ángel Olivares, profesor de Filología Inglesa de la Universidad de Jaén, que ha hecho de su interés personal por este fenómeno objeto de sus investigaciones. De vez en cuando, en sus clases, no podía evitar dejarse llevar por su "pasión" e introducía matices de literatura vampírica "sobre todo para explicar ambientación o poesía dentro de la prosa", comenta Olivares. Así que era cuestión de llegar más allá -nunca mejor dicho- para iniciar en el análisis de estos misteriosos espectros a quienes han dado respingos en la butaca de un cine mientras un aristocrático individuo rebajaba la carga de hematíes en la yugular de cualquiera de sus víctimas. Al principio no las tenía todas consigo, pero este año cuenta con 78 alumnos de carreras tan variopintas como Topografía, Empresariales, Psicología o Filología. Ellos, como el responsable del curso, se niegan a admitir que el de vampiros sea un subgénero dentro de la literatura o el cine. Además, el seminario computa como 1,5 créditos a deducir de las materias de libre configuración. Tres veces por semana, hasta el próximo 15 de abril, los participantes en el curso se sentarán en el aula de audiovisual de la UJA para debatir sobre los mitos y las realidades de este fenómeno que todo el mundo ubica en Transilvania. Pero no serán sólo palabras, también se proyectarán películas como Nosferatu de Murnau, El ansia de Tony Scott o Drácula de Coppola. Lo primero que intenta Olivares con sus alumnos es "romper la falacia del conde Drácula". Este elemento, inspirado en la figura de Vlad el Empalador, "es simplemente la cresta de la ola de una tradición anterior" en la que se inspiraron autores románticos alemanes e ingleses. Por eso el cine es una herramienta básica. "La versión de la Universal de 1931 refleja la crisis del 29; Murnau, en Nosferatu, adelantaba la visión de la condición judía que luego tendrá el nazismo", argumenta Olivares. Así que no es una coincidencia que, a finales de siglo, cuando se habla de crisis de valores, crezca el interés por este tipo de temas. Es una consecuencia lógica. De hecho, las referencias vampíricas han coincidido en el tiempo y se han asociado con plagas como la peste o, más recientemente, con dramas sociales como la droga o el sida. Los vampiros no son sólo un producto de la imaginación. Los letales vampiros patológicos surgieron en la década de los cincuenta y proliferaron en los ochenta y noventa. "Son personas que pierden los papeles por la fascinación que ejerce sobre ellos el mito", asegura Olivares. De hecho, "se alimentan de sangre y huyen de la luz". En España hay algunos casos de individuos que están siendo tratados clínicamente. Los "vampiros psicológicos" son gente con una exacerbada "capacidad de hipnotización, que acapara la atención y anula a las personas que la circundan". El ejemplo idóneo, en este terreno es para Julio Ángel Olivares el de la relación amorosa llevada a límites en los que la persona vampirizada enferma cuando le falta la mitad que le roba su libertad de obrar.

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