Las preguntas de la juez

La exposición razonada de la juez Carmen Lasanta incluía hasta 14 preguntas con las que pretendía identificar a los responsables del espionaje del Cesid a la coalición radical. En concreto, preguntaba desde qué fecha disponía el Cesid de los medios técnicos instalados sobre la sede de HB; quién ordenó su instalación y con qué fin; qué agentes intervinieron en la operación, cuál es su identidad real y su destino actual; a quién daban cuenta del resultado de su trabajo, quién era el mando del Cesid del que dependían, cuál era el departamento encargado de la operación y quién era su máximo respon...

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La exposición razonada de la juez Carmen Lasanta incluía hasta 14 preguntas con las que pretendía identificar a los responsables del espionaje del Cesid a la coalición radical. En concreto, preguntaba desde qué fecha disponía el Cesid de los medios técnicos instalados sobre la sede de HB; quién ordenó su instalación y con qué fin; qué agentes intervinieron en la operación, cuál es su identidad real y su destino actual; a quién daban cuenta del resultado de su trabajo, quién era el mando del Cesid del que dependían, cuál era el departamento encargado de la operación y quién era su máximo responsable; quién era el receptor último de la información y si éste conocía la forma cómo se había obtenido; a quién se informó el 31 de marzo de que la instalación que existía en la sede de HB había sido descubierta; si pertenecen al Cesid cinco personas cuyos nombres enumera, si se trata de identidades ficticias y, en caso afirmativo, cuál es su verdadera identidad, qué destino tienen actualmente y cuál es su relación con los hechos, así como cualquier otro dato de interés para la investigación judicial.

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El descubrimiento de la base del Cesid en Vitoria provocó un desmantelamiento parcial de la estructura del servicio secreto en el País Vasco. Además de la documentación incautada en el piso, y en otro situado frente a la sede de HB, la filtración del listado de llamadas realizadas por los agentes del Cesid, que cayó en poder del diario Egin -posteriormente clausurado por formar parte del entramado de ETA-, quemó a un buen número de miembros y colaboradores del centro.

El propio Eduardo Serra reconoció que, debido a esta crisis, se había perdido "una vía caudalosa de información". Fue en el momento más inoportuno, pues a través de la base del Cesid en Vitoria, el Gobierno conoció, por ejemplo, el inicio de las conversaciones entre HB y el PNV que culminaron con la tregua de ETA y el Pacto de Lizarra.

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