Una vida de "desengaños sin cuento"

La directora del Museo de Bellas Artes de Córdoba, Fuensanta García de la Torre, comenta que son escasos los datos que han llegado a nosotros sobre la vida de Rafael Romero de Torres. Su temprana muerte se une a los largos periodos en que residió fuera de Córdoba. De la correspondencia que se conserva, su familia sólo guardó aquellas hojas en las que había algún dibujo de su pluma. El periodista Ricardo de Montis, contemporáneo a Rafael Romero, lo califica como "mi único amigo". De su físico destaca "su rostro moreno, su frente despejada y serena, sus ojos en los que reverberaba la luz de la ...

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La directora del Museo de Bellas Artes de Córdoba, Fuensanta García de la Torre, comenta que son escasos los datos que han llegado a nosotros sobre la vida de Rafael Romero de Torres. Su temprana muerte se une a los largos periodos en que residió fuera de Córdoba. De la correspondencia que se conserva, su familia sólo guardó aquellas hojas en las que había algún dibujo de su pluma. El periodista Ricardo de Montis, contemporáneo a Rafael Romero, lo califica como "mi único amigo". De su físico destaca "su rostro moreno, su frente despejada y serena, sus ojos en los que reverberaba la luz de la divina inspiración, su barba abundante y negra como los pesares que nunca le abandonaron". La vida no fue para él un camino de rosas, ya que añade que sufrió "desengaños sin cuento, de esos que hacen desaparecer para siempre las esperanzas y las ilusiones; fue víctima de las injusticias sociales; padeció los aguijonazos de la envidia, el áspid más ponzoñosa de la tierra". Rafael Romero de Torres, presentó a la Exposición Nacional de 1892 Buscando Patria, por el que fue propuesto para segunda medalla. La aparición de un artista recomendado hizo que el jurado se la quitara para concederle la tercera, prometiendo no participar más en certamen alguno. Las desgracias le perseguirían hasta el final de sus días. Mientras vivía en Madrid, escribe a Córdoba informando de la enfermedad de su esposa. Cuando a los pocos días llega Enrique Romero de Torres al domicilio encuentra a Rafael sin conocimiento junto al cadáver de su mujer. Traído a Córdoba, muere en 1898 a los 33 años de edad.

El artista que salió del olvido

Coincidiendo con el centenario de la muerte de Rafael Romero de Torres, el Museo de Bellas Artes de Córdoba mantiene una exposición desde finales del pasado año y hasta el próximo mes de junio en la que se ofrece por primera vez una selección de las obras de este artista. En concreto se han escogido 54 dibujos que se complementan con las pinturas que forman parte de la colección permanente del museo. Como explica su directora, Fuensanta García de la Torre, "espero que esta exposición se entienda como una recuperación de Rafael Romero de Torres". Miembro de una dinastía que ha ocupado un siglo de vida artística y cultural en esta capital, Rafael Romero de Torres (Córdoba, 1865-1898), a causa de su prematuro fallecimiento, es uno de sus componentes y deja una escasa obra que en su casi totalidad se encuentra actualmente en el museo cordobés procedente del legado familiar. Formó parte de una saga de artistas iniciada por su padre Rafael Romero Barros, quien llega a Córdoba como director del museo, se completa con sus hermanos Julio y Enrique y termina, a otra escala, con su sobrino Rafael Romero de Torres Pellicer. En la obra de éste hasta ahora casi desconocido artista, Fuensanta García de la Torre lo destaca más como dibujante que como pintor. "Parte de la tradición romántica heredada de su padre y evoluciona dentro de lo que hacían sus contemporáneos en la pintura histórica y social", clasificándolo como "uno de los máximos representantes en Córdoba de las tendencias que luego desembocan en el 98". Con 19 años, y becado por la Diputación, parte hacia Madrid matriculándose en la Escuela Especial de Pintura de la Real Academia de San Fernando. Por espacio de tres años completa su formación recibiendo felicitaciones de algunos de sus profesores. De esta etapa quedan dibujos de desnudos, algún asunto costumbrista y un álbum de escenas de la historia de España y de la Biblia que es restaurado actualmente por el Instituto del Patrimonio Histórico Español. En el verano de 1888 viaja hasta Roma, también becado por la Diputación cordobesa. De esta etapa romana sólo quedan algunos dibujos y cartas enviadas a su familia. Una selección de las obras correspondientes a estas dos etapas ocupa una de las salas de la exposición. La otra está dedicada a mostrar dibujos para ilustraciones así como apuntes para pinturas. En esta sala se puede ver una selección de dibujos preparatorios para Últimos Sacramentos (1890), Colón saliendo de la Mezquita (1892) y Buscando patria (1892). El primero y el último corresponden a su faceta de pintor social exponiendo el drama de la muerte de un joven obrero que deja viuda e hijos, mientras que el segundo es un grupo de emigrantes comiendo en la cubierta de un barco que los traslada al continente transoceánico. Con el dedicado a Colón se quiso sumar a los actos del IV centenario del descubrimiento de América cuando el navegante conoció en Córdoba a Beatriz Enríquez, que sería madre de su hijo Fernando.

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