La sentencia de Salinas rompe la tradición de impunidad en México

La decisión judicial más relevante de la historia contemporánea mexicana, la sentencia que condenó a 50 años de cárcel a Raúl Salinas de Gortari, hermano del expresidente Carlos Salinas de Gortari, como coautor intelectual del asesinato de su excuñado y exsecretario general del gubernamental Partido Revolucionario Institucional (PRI), José Francisco Ruiz Massieu, abre una brecha en la impunidad que durante décadas protegió a los dirigentes políticos más poderosos del país. La familia Massieu y la Iglesia dudan de la sentencia.

El fallo no precisa sus móviles y, ante la ausencia de prueb...

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La decisión judicial más relevante de la historia contemporánea mexicana, la sentencia que condenó a 50 años de cárcel a Raúl Salinas de Gortari, hermano del expresidente Carlos Salinas de Gortari, como coautor intelectual del asesinato de su excuñado y exsecretario general del gubernamental Partido Revolucionario Institucional (PRI), José Francisco Ruiz Massieu, abre una brecha en la impunidad que durante décadas protegió a los dirigentes políticos más poderosos del país. La familia Massieu y la Iglesia dudan de la sentencia.

El fallo no precisa sus móviles y, ante la ausencia de pruebas directas, se fundamenta en indicios circunstanciales elevados a la categoría de pruebas.La sentencia, recibida con más disgusto que satisfacción por la familia de la víctima, ha sido interpretada en algunos sectores como un triunfo del fiscal general de México, Jorge Madrazo, y del presidente, Ernesto Zedillo, que hicieron de la detención del otrora influyente Raúl Salinas un símbolo de la pretendida modernización de la legalidad vigente. Sus detractores adivinan las instrucciones del Ejecutivo, la enemistad entre Zedillo y Carlos Salinas.

Dos de las numerosas reacciones al fallo, la emitida por la familia de Ruiz Massieu y por el secretario del Episcopado, indican, de todas formas, hasta qué punto es cierta la desconfianza en la Justicia. A través de su abogado, en un comunicado de 11 puntos, la familia considera que "la forma en que se desarrolló el proceso no nos da la tranquilidad de que se haya hecho justicia". "Lamentamos profundamente que nunca se sepa con certeza por qué y quiénes en realidad privaron de la vida a José Francisco (...). Ante cualquier duda, siempre será preferible un culpable libre que un inocente privado de libertad". Contrariamente, la mayoría de los mexicanos creen, según las encuestas, que el reo ordenó matar a su rival. En sus conclusiones, aludidas por el juez federal Ricardo Ojeda en la sentencia, la fiscalía citó rencillas personales con Raúl Salinas derivadas del divorcio de José Francisco Ruiz Massieu, en 1979, de su hermana Adriana, y disputas surgidas acerca de la construcción, no ejecutada, de una planta industrial.

La condena puede deberse a "presiones políticas o de la opinión pública", opinó el secretario general de la Comisión del Episcopado Mexicano (CEM), Abelardo Alvarado: "Desafortunadamente, en México tenemos la mala experiencia de que la impartición de justicia no ha sido del todo conforme a la ley".

El magistrado niega que haya influencias políticas en su conducta y sostiene que, pese a que Raúl Salinas, de 52 años y en prisión desde 1995, nunca admitió su culpabilidad ni existen pruebas directas de la misma, quedó demostrada aquélla a través de las pruebas circunstanciales previstas en el Código Federal de Procedimientos Penales, pues el enlace lógico entre la verdad conocida y la que se busca permite considerar los indicios como prueba plena.

José Francisco Ruiz Massieu fue asesinado el 28 de septiembre de 1994 frente a un hotel de la capital mexicana, a plena luz del día, cuando asistía a una reunión del PRI. Daniel Aguilar Treviño, hoy encarcelado, se acercó caminando hacia el coche donde se encontraba el secretario del partido gubernamental y le disparó un tiro con su pistola. El balazo penetró por la ventanilla del automóvil y mató a Ruiz Massieu, que contaba con 48 años.

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El proceso puso de manifiesto sórdidas intrigas familiares y políticas, exhibió la correlación de fuerzas y compromisos adquiridos dentro del sistema y la propia prensa, y deterioró gravemente la imagen del expresidente Carlos Salinas de Gortari. Tres meses después de sucederle en el cargo, Zedillo cambió a los fiscales nombrados por Salinas y, con los nuevos, dispuso la detención del hermano de su antecesor. E

l primer fiscal designado por Salinas, Mario Ruiz Massieu, hermano de la víctima, ocultó pruebas que comprometían a Raúl Salinas. Mario Ruiz Massieu, que se encuentra bajo arresto domiciliario en Estados Unidos por su supuesta vinculación con dinero procedente del narcotráfico, publicó ayer una carta en el diario La Jornada contra el fallo y contra el presidente Zedillo, a quien acusa de haber "cumplido su venganza". "He sostenido que el poder judicial se encuentra sometido al Ejecutivo. Esta resolución así lo prueba nuevamente (...) La verdad sobre el homicidio de mi hermano permanecerá en la incertidumbre. Nadie que haya conocido el proceso puede avalar de buena fe el veredicto judicial".

Una turbia peripecia

Raúl Salinas de Gortari, de 52 años, quedó definitivamente atrapado en una peripecia dramáticamente novelesca, y su imagen permanecerá por siempre asociada al negocio turbio, al mujerío, a la política de baja estofa y, desde el jueves, al asesinato.Intocable durante el periodo de gobierno en que se abría paso como cercano al mando, y abría cuentas bancarias en Suiza y el Reino Unido con comisiones y fondos sospechosos, su detención hace cuatro años le colocó en la picota, y el escarnio. "Raúl era el señor diez por ciento", se ceban sus enemigos. Salinas recibió la condena "entero", dispuesto a dar la batalla, aseguran sus abogados. Conoció el falló en la dura prisión de Almoloya, a 68 kilómetros de México, donde es vigilado permanentemente mientras prepara su recurso contra la sentencia.

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