Tribuna

Hagan juego

Era sabido que después de las elecciones vascas del 25-O todo dependía de la opción que tomara el PNV en torno a la composición política del nuevo Gobierno. Una reconstrucción del tripartito con el PSOE implicaba la posibilidad de negociar iniciativas que contaran con un amplísimo apoyo político, con el PNV-PSOE-EA en Vitoria, la relación privilegiada en el vértice con Aznar y el enlace con la constelación ETA a través de Lizarra. Aun sin que se volviera formalmente a Ajuria Enea o quedase formada una nueva mesa de negociación con HB, los circuitos de la comunicación resultarían de ...

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Era sabido que después de las elecciones vascas del 25-O todo dependía de la opción que tomara el PNV en torno a la composición política del nuevo Gobierno. Una reconstrucción del tripartito con el PSOE implicaba la posibilidad de negociar iniciativas que contaran con un amplísimo apoyo político, con el PNV-PSOE-EA en Vitoria, la relación privilegiada en el vértice con Aznar y el enlace con la constelación ETA a través de Lizarra. Aun sin que se volviera formalmente a Ajuria Enea o quedase formada una nueva mesa de negociación con HB, los circuitos de la comunicación resultarían de facto establecidos entre los principales actores políticos. La opción alternativa, la elegida, el frente nacionalista, sellaba, en cambio, la bipolaridad y la incomunicación, y con ella un riesgo permanente de dependencia del Ejecutivo vasco respecto de ETA-HB. Los firmantes de Lizarra alcanzaban el poder en Vitoria, mientras el PSOE era marginado por completo, de modo que el único canal de comunicación que permanece abierto es el existente entre el PNV (partido y lehendakari) y Aznar, quien, a su vez, no puede ignorar por completo lo que les vaya sucediendo en tierra vasca a las gentes de su partido. Poca cosa cuando existen problemas de tanta gravedad sobre la mesa, para resolver los cuales es preciso un máximo consenso.Además, en esta situación ETA no tiene el menor interés en entablar con el Gobierno Aznar una negociación en todos aquellos puntos que carezcan para ella de rentabilidad política. Tal y como ha reiterado Egibar, el PNV le garantiza la fidelidad del nacionalismo democrático a los planteamientos de Lizarra -y por consiguiente la del nuevo Gobierno- y proporciona las coartadas necesarias para que todo siga blindado aun cuando los tentáculos de ETA en la sociedad vasca sigan ejerciendo la intimidación y la violencia. En el límite de la audacia pacifista del PNV, el lehendakari Ibarretxe expresa una condena genérica de la violencia, sea la que fuere, como si hubiese otra que la practicada por HB-Jarrai. Por añadidura, el Gobierno Ibarretxe se ofrece al mismo tiempo que es parte interesada, y escorada, como mediador para resolver el problema de los presos etarras, jugando, cómo no, con la contrapartida de las víctimas del terrorismo por atender. Claro que, si el PNV, encabezando la movilización en la calle, e Ibarretxe desde la presidencia, asumen gestionar el tema presos ante Madrid, y en el sentido de las reivindicaciones que marca ETA, la organización terrorista deja de tener incentivo alguno para abordar una negociación con el Gobierno sobre sus encarcelados. Ese flanco ya se lo cubren otros y puede así elevar el listón, exigiendo una negociación exclusivamente política. También aquí con la impagable ayuda que supone la pretensión del PNV en el sentido de que todo lo esencial se negocie y resuelva en Euskadi, siendo luego simplemente refrendado por Madrid.

En tanto que suponía una convalidación de la estrategia política de ETA, el pacto de Lizarra se justificó por la radicalización abertzale registrada en el PNV durante los últimos años. Lo malo para el partido de Arzalluz es que la aceptación de esa convergencia le coloca en una irremediable posición de subalternidad en relación a ETA, la cual puede proclamar, y así lo hace, que el PNV ha tenido que abandonar lo que consideran su pasada dependencia de Madrid para ser efectivamente patriota¸ y que ahora lo es por aceptar en lo esencial el planteamiento y los objetivos políticos de ETA: "contencioso" con los Estados español y francés, y finalidad "soberanista" o independentista.

A partir de aquí, ETA-HB es el único jugador que puede desplegar libremente su estrategia en el campo nacionalista. Con la partida bloqueada en lo esencial, recuerda que la suspensión de la muerte no elimina los fundamentos de su hegemonía: kale borroka, amenazas a los demócratas, impuesto revolucionario. De momento, PNV y EA están atados por su opción de Gobierno; no pueden reconocer que se han convertido en el instrumento político de la violencia. Sería una confesión de fracaso demasiado rápida. Así que les toca redoblar la presión sobre Madrid y declarar que nada importante sucede. Sólo le queda a EH-HB rentabilizar su ventaja en las próximas elecciones. Entre tanto, la muerte puede esperar, algo es algo, y no hay prisa alguna para emprender la tan solicitada negociación. Tal vez resulte incluso innecesaria de mantenerse la presión y ser alcanzado con unas u otras palabras "el ámbito vasco de decisión".

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