Netanyahu tendrá que acudir a una segunda vuelta, según las encuestas

Manifestantes palestinos y militares israelíes se enfrentaron ayer en Hebrón (Cisjordania), tras los funerales del joven retrasado mental tiroteado el día anterior por soldados que confundieron su pistola de juguete con una real. El incidente, que no llegó a mayores, es otro más en lo que ya parece un modus vivendi entre israelíes y palestinos. Con ese telón de fondo, el proceso de paz va a constituir una vez más el eje central de las elecciones israelíes, para las que las encuestas sólo dan mayoría simple al primer ministro, Benjamín Netanyahu.

Netanyahu es el candidato favorito para l...

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Manifestantes palestinos y militares israelíes se enfrentaron ayer en Hebrón (Cisjordania), tras los funerales del joven retrasado mental tiroteado el día anterior por soldados que confundieron su pistola de juguete con una real. El incidente, que no llegó a mayores, es otro más en lo que ya parece un modus vivendi entre israelíes y palestinos. Con ese telón de fondo, el proceso de paz va a constituir una vez más el eje central de las elecciones israelíes, para las que las encuestas sólo dan mayoría simple al primer ministro, Benjamín Netanyahu.

Netanyahu es el candidato favorito para las elecciones del próximo 17 de mayo, según un sondeo de la empresa Gallup de Israel dado a conocer ayer. El actual primer ministro obtendría un 33% de los votos frente al 32% del líder laborista, Ehud Barak, o el 20% del general retirado Amnon L. Shajak. Pero esa mayoría simple no es suficiente. Para ganar las elecciones en la primera vuelta, Netanyahu -que seguramente será el candidato del bloque populista de derecha Likud- tendría que lograr al menos el 50% de los votos. En la segunda vuelta, el 1 de junio, Netanyahu perdería frente a cualquiera de los otros candidatos y, muy en especial, frente a Shajak, quien según Gallup lograría un 53% en el mano a mano. Tal vez pensando en ese tirón, el ex primer ministro laborista Simón Peres expresó ayer su deseo de que Shajak, hasta hace seis meses jefe del Ejército, se una a Barak, su candidato. Sin embargo, el ex jefe del Ejército y candidato centrista asegura que si Netanyahu gana las elecciones, estaría dispuesto a sumarse al nuevo Ejecutivo. "Yo puedo influir en la línea que adopte su Gobierno, consideraría que es mi obligación unirme a él como representante de la gente que votó por mí", explica Shajak en declaraciones al diario Haaretz. En su opinión, hay que lograr "una mayoría judía" que respalde un acuerdo definitivo de paz con los palestinos.

Y esa es una vez más la cuestión en estas elecciones adelantadas la semana pasada por una ley del Parlamento que promulgó su disolución. Así se vio también en el lanzamiento de la campaña por parte del Likud. "No comprometeremos la seguridad de Israel" y "No comprometeremos Jerusalén", son los eslóganes elegidos para marcar las diferencias con el Partido Laborista, sobre cuyo líder centran todas sus críticas.

Un colaborador de Netanyahu, Danny Naveh, en una intervención radiotelevisada, incluso se permitió facilitar a Barak el número de teléfono de la oficina de Yasir Arafat, el presidente palestino, para que pudiera decirle que si es elegido, "no debe preocuparse, volverán las concesiones y los repliegues [militares]". De momento, los conservadores ignoran a Shajak porque "no ha hecho explícito su programa".

Mientras, por cuarto día consecutivo, los 120.000 vecinos palestinos de Hebrón continuaron sufriendo el bloqueo que a modo de castigo colectivo les ha impuesto el ministro israelí de Defensa, Isaac Mordejai, por el ataque de unos extremistas palestinos a dos trabajadoras de un asentamiento judío cercano. En ese contexto, la manifestación de 250 personas en protesta por la muerte del joven retrasado mental Bader Kawasmé, de 26 años, fue todo un desafío que se saldó sin incidentes. La prensa palestina recogió sin embargo que las protestas del día anterior dejaron 10 heridos.

Por otra parte, el Ejército israelí destruyó una quincena de casas deshabitadas en la aldea libanesa de Arnún, al norte de la llamada zona de seguridad, con el pretexto de que servían de base a la guerrilla integrista de Hezbolá.

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