Bedoya: "Gil nos paga las entradas"

Carlos Alfredo Bedoya fue detenido el pasado jueves y puesto en libertad el domingo al contar con una coartada para la tarde del martes. Desde la calle, Bedoya, de 26 años, mecánico en paro, llamó a El Larguero. Llamó para a acusar a Jesús Gil, presidente del Atlético, de financiar los viajes de los elementos ultras de la afición. "Quieren que viaje genete y que simplemente haya bulto", dijo. "En el viaje a San Sebastián las entradas costaban oficialmente 4.000 pesetas, y a mí me salieron a 2.000. La otra mitad la puso Gil, o su hijo, o quien fuera del club. Y el autobús me costó 1.000 pesetas...

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Carlos Alfredo Bedoya fue detenido el pasado jueves y puesto en libertad el domingo al contar con una coartada para la tarde del martes. Desde la calle, Bedoya, de 26 años, mecánico en paro, llamó a El Larguero. Llamó para a acusar a Jesús Gil, presidente del Atlético, de financiar los viajes de los elementos ultras de la afición. "Quieren que viaje genete y que simplemente haya bulto", dijo. "En el viaje a San Sebastián las entradas costaban oficialmente 4.000 pesetas, y a mí me salieron a 2.000. La otra mitad la puso Gil, o su hijo, o quien fuera del club. Y el autobús me costó 1.000 pesetas. ¿Quién no va aviajar a San Sebastián por 3.000 pesetas?" Minutos antes, el presidente del Atlético de Madrid, había mantenido en el mismo programa que el club lleva años denunciando a la policía las actuaciones de los elementos violentos y que es impotente para luchar solo contra ellos. Bedoya también contó que perteneció al Frente Atlético desde 1986 a 1992, y que fue Gil en persona quien le hizo socio del club. Negó, sin embargo, su pertenencia a Bastión, el grupúsculo violento escindido del Frente Atlético y al que pertenece el supuesto autor del navajazo detenido ayer, Ricardo Guerra Cuadrado. Se mostró más evasivo, sin embargo, cuando el periodista le preguntó si conocía a Guerra, aunque dijo que sabía que uno de los dos encarcelados en Soto del Real (José Ignacio Calderón e Israel Gonzalo Canabal) era inocente porque había estado de compras con él el día en que apuñalaron a Aitor Zabaleta. En un relato lleno de contradicciones (Bedoya llegó a afirmar que llevaba dos años sin ir al fútbol después de decir que había ido a Anoeta el mes pasado), el ultra minimizó el poder de bastión ("son un grupo de amigos que han puesto dinero y se han comprado una pancarta") y contó las amenazas de los policías durante su interrogatorio. "Me metían homicidio y me dijeron que me podía ir regular o mal", explicó. "Que me podían caer ocho o 15 años".

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