La bala perdida

La decisión de reabrir el caso fue adoptada por la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Madrid, después de considerar que el propio auto de sobreseimiento dictado por el Juzgado de Instrucción número 35 de Madrid no negaba "con total certeza" la posibilidad de que la muerte tuviese un origen distinto al suicidio. En este sentido, los magistrados recordaban que las conclusiones del Grupo de Homicidios de la Brigada Provincial de Policía Judicial, que sirvieron de base al instructor para considerar lo ocurrido como un suicidio, no son unívocas, sobre todo en lo tocante al "estado de áni...

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La decisión de reabrir el caso fue adoptada por la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Madrid, después de considerar que el propio auto de sobreseimiento dictado por el Juzgado de Instrucción número 35 de Madrid no negaba "con total certeza" la posibilidad de que la muerte tuviese un origen distinto al suicidio. En este sentido, los magistrados recordaban que las conclusiones del Grupo de Homicidios de la Brigada Provincial de Policía Judicial, que sirvieron de base al instructor para considerar lo ocurrido como un suicidio, no son unívocas, sobre todo en lo tocante al "estado de ánimo del fallecido". Esta ambigüedad se acrecienta en la medida en que el informe del experto del Instituto Nacional de Toxicología señala que "de la práctica de la autopsia no es posible deducir el origen (homicida, suicida o accidental) de dicha muerte".A este horizonte de posibilidades, la letrada de la familia añade un detalle inquietante: la constatación forense de que la bala que mató al guardia real era blindada. Una munición que no corresponde, según la abogada, a los guardias reales y que el propio perito calificó de excepcional.

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La bala, además, nunca fue hallada.

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