Cartas al director

Pregunta

Decía el editorial de EL PAÍS del lunes 9 de noviembre que la actuación de los sindicatos en Ford estaba basada en criterios de resistencia políticos y que planteaba serias dudas sobre su capacidad de adecuarse a la realidad de un mercado global, transnacional. La conclusión del editorialista era que debían los sindicatos primar los criterios de mantenimiento de la producción y el empleo. Habría que hacerse una pregunta: ¿cuál es el límite a los deseos empresariales? Porque es evidente que alguna barrera habrá que poner a la voluntad de libre albedrío del capital. Que éste tenga una condición ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Decía el editorial de EL PAÍS del lunes 9 de noviembre que la actuación de los sindicatos en Ford estaba basada en criterios de resistencia políticos y que planteaba serias dudas sobre su capacidad de adecuarse a la realidad de un mercado global, transnacional. La conclusión del editorialista era que debían los sindicatos primar los criterios de mantenimiento de la producción y el empleo. Habría que hacerse una pregunta: ¿cuál es el límite a los deseos empresariales? Porque es evidente que alguna barrera habrá que poner a la voluntad de libre albedrío del capital. Que éste tenga una condición transnacional no es óbice para descalificar a los sindicatos por enfrentarse a él; será, en todo caso, motivo de preocupación, y supongo que es ahí donde el editorialista quería incidir.Serán necesarias, supongo que piensa, soluciones de carácter sindicalista clásico, de reorganización obrera en torno a valores de clase irrenunciables: la solidaridad y el apoyo mutuo, unidos a criterios más "modernos" de lucha sindical, que frente a la clásica reivindicación de carácter monetarista oponga criterios más lógicos dentro de una realidad de empresa con retribuciones salariales de no baja cuantía, como la creación de fondos económicos de carácter social autogestionados por los trabajadores, creación de cooperativas de consumo, de centros de formación no ligados a valores de empresa, guarderías, reparto del tiempo de trabajo ligando su disminución a compromisos de estabilidad en la masa salarial. Habría más, pero he detallado algunos en los que supongo el editorialista pensaba y se olvidó mencionar, que por ser claros y concretos a la vez que de menor coste en términos empresariales, serían, en principio, más fácilmente asumibles por el videoconferenciante de Detroit, a la vez que comportarían una mejora sustancial de la calidad de vida de los trabajadores. Es decir, que tendríamos cuadrado el círculo, menor coste empresarial y mayor beneficio obrero. Todos sabemos que en las pequeñas empresas la situación es otra. Ahí el sindicalismo deberá plantear plataformas basadas más en el control de la seguridad, en la limitación de la temporalidad y contra las ETT junto al tema salarial, más en el control de la jornada laboral efectiva que en la disminución de la misma.

Estoy con el editorialista en que los sindicatos deben ser responsables. Deben ser sólo la voz de los trabajadores, y cuando ésta no se exprese no deberán apresurarse a ejercer de ella, sino a provocar que ésta exista para así avanzar en los valores clásicos y a la vez de futuro del pensamiento obrero: frente al individualismo la solidaridad, y frente a la injusticia la conciencia de ser iguales y la razón de que hay que caminar para serlo.-

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En