Tribuna:

Entre todos

Después de veinte años volverá a haber reunión en Antequera. Después de veinte años, cuando andamos enredados en el debate más serio y trascendente de todos los que nos han venido ocupando desde la transición democrática hasta aquí: el del modelo de Estado. ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Por qué es dogma de fe o poco menos la unidad de España? ¿Por qué se quieren imponer como dogma de la misma naturaleza los "otros" nacionalismos? ¿Seremos capaces de entendernos los "iguales" y los "desiguales" para llegar a una solución inteligente de convivencia de todas las diferencias? ¿Quiénes tienen...

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Después de veinte años volverá a haber reunión en Antequera. Después de veinte años, cuando andamos enredados en el debate más serio y trascendente de todos los que nos han venido ocupando desde la transición democrática hasta aquí: el del modelo de Estado. ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Por qué es dogma de fe o poco menos la unidad de España? ¿Por qué se quieren imponer como dogma de la misma naturaleza los "otros" nacionalismos? ¿Seremos capaces de entendernos los "iguales" y los "desiguales" para llegar a una solución inteligente de convivencia de todas las diferencias? ¿Quiénes tienen derecho a la diferencia y quiénes no? ¿Por qué las diferentes diferencias se parecen tanto, en el fondo, y no parecen pretender otra cosa que la "transferencia"? Y así cientos de preguntas, hasta el cansancio. Divididos entre españolistas y nacionalistas, simplificando hasta la demencia, que es justamente en lo que andamos enredados, no lograremos encontrar la solución de encuentro de intereses que andamos necesitando. A veinte años de aquel Pacto de Antequera, al que se llegó un año después de la inmensa "demostración de pueblo" que fue la famosa manifestación del histórico 4 de diciembre. Andalucía vive mirada, desde la suspicacia nacionalista, como territorio españolista de primer orden. La etiqueta, por serlo, ya es molesta. Los sentimientos de los pueblos sólo son manifiestos, cuando los pueblos se sienten atacados; si alguien cree ver visiones debe preguntarse cuál es la razón para la suspicacia, pero tampoco sería bueno fomentar la sensación de ataque. No es el caso, porque es privilegio de los estados de derecho el poder discutirlo todo, el que todo necesite acuerdo, consenso y más allá votos. Andalucía se debe encontrar en Antequera serenamente, segura de su identidad y de la fuerza de sus argumentos para participar y discutir, con todos, el futuro de ese marco de convivencia llamado España, que será no lo que algunos traten de imponer, sino lo que entre todos decidamos. Así son las cosas en democracia.

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