Nueva tela para cortar

Sevilla vuelve a tener una empresa textil. Ayer se inauguró oficialmente Hytasal, una empresa constituida por los antiguos trabajadores de la emblemática Hytasa, cerrada el año pasado. Pero la nueva fabrica no podrá evitar el peso de su historia y tendrá que asumir su herencia: estar a la altura de unos antiguos telares que comenzaron a funcionar en 1937. En ellos llegaron a trabajar 5.000 personas, la mayor parte residentes del barrio del Cerro del Aguila. Los sueldos se pagaban en especie y la plantilla era la envidia y el sostén de las casas que se fueron edificando a la sombra de la fabric...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Sevilla vuelve a tener una empresa textil. Ayer se inauguró oficialmente Hytasal, una empresa constituida por los antiguos trabajadores de la emblemática Hytasa, cerrada el año pasado. Pero la nueva fabrica no podrá evitar el peso de su historia y tendrá que asumir su herencia: estar a la altura de unos antiguos telares que comenzaron a funcionar en 1937. En ellos llegaron a trabajar 5.000 personas, la mayor parte residentes del barrio del Cerro del Aguila. Los sueldos se pagaban en especie y la plantilla era la envidia y el sostén de las casas que se fueron edificando a la sombra de la fabrica. Sin embargo, los 61 años de vida de Hytasa se vieron truncados, tras una interminable crisis, por la liquidación de la compañía. Tras de sí dejó un reguero de deudas de más de 15.000 millones. Hytasa cerro sus puertas en julio de 1997. En la calle se quedaban los 542 empleados de la plantilla; 109 de ellos evitaron el desempleo al incorporarse a planes de jubilación anticipada. El resto tuvo que elegir entre buscar un nuevo trabajo o negarse a facilitar la defunción de la factoría y hacerse con ella. Esta ultima opción fue secundada por 143 personas, que invirtieron en la creación de una Sociedad Anónima Laboral, Hytasal, parte de los más de 4.000 millones pagados por Patrimonio Nacional en concepto de indemnización. De obrero a patrono Es el caso de Juan Macías. Acostumbrado a su papel de trabajador y sindicalista, ahora tendrá que habituarse a su nueva faceta de empresario, algo "muy duro", asegura Macías, acostumbrado a batallar con la patronal. Y es que Macías ya no prepara huelgas. Ayer se encargó de recibir a las autoridades que asistieron a la inauguración de la nueva factoría. Con un impecable traje de chaqueta recibió al ministro de Trabajo, Javier Arenas; al titular de Trabajo e Industria de la Junta, Guillermo Gutiérrez, y al párroco del barrio. Arenas y Gutiérrez coincidieron en su respaldo al nuevo proyecto, pero advirtieron a los trabajadores que lo peor está por venir, dibujándoles un futuro de incertidumbres que podrían superar con "empeño y cabezonería". Y esa combinación la tienen Francisco Garduño y José Pichardo. Con 45 y 50 años, respectivamente han estado año y medio buscando un trabajo. Forzados por un mercado laboral "muy malo" eligieron ser trabajadores y empresarios. A la misma conclusión llegó Manolo López, un administrativo que por las "circunstancias" tendrá que dejar su profesión y transformar las balas de algodón en sabanas y toallas. Un cambio profesional que no le importa, ya que considera prioritario seguir trabajando. Su mujer, Lucía, ha soportado las crisis y depresiones sufridas por Manolo durante los 18 meses que ha estado desempleado y no se quiso perder la inauguración de la fabrica. Todos apuestan por la viabilidad de la empresa, ya que saben que "se juegan" su empleo y su dinero. Toñi León Es una aventura que también tiene su heroína: Toñi León. Esta mujer ha sido la elegida para presidir el Consejo de Administración de Hytasal. Toñi afirma que su único mérito es "ser mujer", ya que en el turbulento proceso de constitución de la nueva sociedad "los hombres se venían abajo con más facilidad; y a mí nadie me ha visto llorar aquí". Las lágrimas de impotencia y rabia, cuando las ayudas y los acuerdos entre Gobierno y Junta parecían no llegar, sólo corrían por la cara de Toñi cuando llegaba a su casa. Ahora, los nuevos empresarios tendrán que diseñar las estrategias de una empresa que cuenta con 700 millones de capital social. Tienen previsto producir anualmente 6 millones de metros de tela que se traducirán en una facturación de 2.000 millones. A lo que no tendrán que hacer frente es a la reclamación de la Unión Europea de que devuelvan los 4.200 millones de ayudas públicas que fueron concedidas a Hytasa. La Junta insistió ayer que al haberse procedido a la liquidación de Hytasa y carecer de vinculación legal con Hytasal, no existen obligaciones de pago por parte de la nueva sociedad.

Hytasa debe pero no existe

La textil Hytasa, la emblemática fábrica del Cerro del Águila, el barrio sevillano del dramaturgo Salvador Távora, cerró sus puertas dejando un reguero de deudas superior a los 15.000 millones de pesetas. Sus últimos propietarios, Improasa -la empresa de Patrimonio del Estado-, dejaron sin saldar sus cuentas con Hacienda, la Seguridad Social y con los proveedores. Hytasa también dejó descontenta a la Unión Europea, que sospechaba de la legalidad de las ayudas que había recibido la fábrica de hilaturas. El pasado miércoles, una resolución del Tribunal de Luxemburgo instaba a la compañía sevillana a devolver parte de las numerosas ayudas públicas que Hytasa recibió en los últimos años antes de su defunción. Son 4.200 millones de pesetas que ya no podrán ser devueltos. Porque Hytasa no existe. La sentencia venía a confirmar una decisión tomada anteriormente por la Unión, ya conocida. Pero la resolución del tribunal caía como una bomba en las fechas previas a la reapertura de los telares con más tradición de Sevilla. La Comunidad Europea sólo podría reclamar a los tres interventores que componen la comisión liquidadora de la empresa. Éstos no podrán abonar el dinero reclamado ya que Hytasa "no existe" según indicó ayer el consejero de Trabajo, Guillermo Gutiérrez. Ha nacido Hytasal.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En