Tribuna:

La cultura de la calle

Cientos de jóvenes, mayoritariamente ataviados con anchísimas prendas deportivas de marca y gorras de béisbol, aguardaban con impaciencia en el exterior de la sala desde primeras horas de la tarde de ayer. Algunos viandantes, incapaces de disimular su perplejidad, se detenían frente a unos paneles en los que los pintores de graffiti habían comenzado a estampar sus dibujos y firmas. "No se pueden entrar ni sprays ni bebidas", avisó un responsable de la discoteca Roxy cuando, poco antes de las cinco, se abrieron las puertas del recinto para dar inicio a una maratoniana sesión de casi 12 horas de...

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Cientos de jóvenes, mayoritariamente ataviados con anchísimas prendas deportivas de marca y gorras de béisbol, aguardaban con impaciencia en el exterior de la sala desde primeras horas de la tarde de ayer. Algunos viandantes, incapaces de disimular su perplejidad, se detenían frente a unos paneles en los que los pintores de graffiti habían comenzado a estampar sus dibujos y firmas. "No se pueden entrar ni sprays ni bebidas", avisó un responsable de la discoteca Roxy cuando, poco antes de las cinco, se abrieron las puertas del recinto para dar inicio a una maratoniana sesión de casi 12 horas de duración, bautizada con el nombre de No K"Hip Hop Jam, con la que pretendía calibrarse el estado de salud de la escena del hip hop en Valencia. "Nuestro objetivo es poner esta ciudad en el mapa del hip hop nacional. Demostrar que se están haciendo cosas muy interesantes a todos los niveles: graffiti, baile, música...", explica Furri, uno de los gerentes de la agencia de management Rapaz, que ha organizado el evento. "Hoy es como una prueba de fuego: si esto funciona, podremos decir que hay un antes y un después de esta fiesta para esta escena", añade. La cifra de asistentes permitía ser optimistas: a media tarde, eran más de 600 las personas que habían pasado por taquilla y se esperaba que por la noche, cuando las populares formaciones Los Violadores del Verso y Jazz Two subieran al escenario, se pudiera llegar casi al millar. A juzgar por estos datos, la parroquia local, como suele decirse en su propia jerga, "representa". "Es como un sueño que empieza a despertar, aunque todavía estemos bostezando", afirma metafóricamente un miembro del grupo valenciano 13 Pasos. "Todavía estamos poniendo los cimientos, pero esto tiene que explotar de un momento a otro y dejar de ser un movimiento tan minoritario como hasta ahora ha sido", dice. Músicos, aficionados y organizadores coinciden al señalar que aún quedan muchos peldaños por subir para llegar al nivel de ciudades como Madrid o Barcelona, donde, en los últimos años, el número de bandas, sellos discográficos o salas ha crecido espectacularmente y ha calado hondo en una juventud que ha encontrado en el hip hop, además de una diversión, un vehículo para expresarse e, incluso, un auténtico modo de vida o cultura, que engloba manifestaciones como el graffiti o el baile de breakdance, que va más allá de lo meramente musical. "El hip hop es la música de la gente que tiene mucho que decir y pocas maneras de hacerlo. Es la música que nace del gueto, de la calle. Aún más, es una manera de vivir, es la propia vida: cuando me levanto por la mañana y bostezo, eso es hip hop; cuando me pongo el pijama y me acuesto, eso es hip hop. Es mi vida", afirma Tony Mañana, componente del grupo local Parnaso. Música, arte y vida; pero, sobre todo, actitud, porque el hip hop también posee sus propias reglas y valores: "¿Quieres que te defina lo que es el hip hop? Vale, escucha", dice un miembro de 13 Pasos. "Egocentrismo, constancia y competición: cada uno se quiere a sí mismo y quiere destacar del resto. Si no eres así y no luchas constantemente por superarte, te conviertes en alguien mediocre. En el hip hop no hay terminos medios. Lo que de verdad importa es la actitud", concluye.

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