Cartas al director

Exámenes y democracia

El 6 de septiembre acudí con mi hija a un instituto madrileño para hablar con su profesor de Lengua y Literatura, y ver el examen de septiembre que había sido calificado con un 3. Ante mi petición de ver el examen de mi hija, dicho profesor me respondió que le enseñaría el examen a ella, pero a mí no. Una vez en el seminario, de nuevo me repitió que no me enseñaría el examen y añadió que "eso es lo que dice la ley".Sintiendo asombro primero ante semejante actitud y después una profunda sensación de desamparo, me dirigí a la inspección de zona y allí se me dijo que efectivamente el profesor no ...

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El 6 de septiembre acudí con mi hija a un instituto madrileño para hablar con su profesor de Lengua y Literatura, y ver el examen de septiembre que había sido calificado con un 3. Ante mi petición de ver el examen de mi hija, dicho profesor me respondió que le enseñaría el examen a ella, pero a mí no. Una vez en el seminario, de nuevo me repitió que no me enseñaría el examen y añadió que "eso es lo que dice la ley".Sintiendo asombro primero ante semejante actitud y después una profunda sensación de desamparo, me dirigí a la inspección de zona y allí se me dijo que efectivamente el profesor no tiene obligación de enseñar los exámenes a los padres, o dicho de otra manera, que los padres no tenemos derecho a ver los exámenes de nuestros hijos menores de edad.

Considero un despropósito que los padres o tutores puedan presentar una reclamación alegando "inadecuación de la prueba propuesta al alumno en relación con los objetivos o contenidos del área o materia sometida a evaluación y con el nivel previsto en la programación, o la incorrecta aplicación de los criterios de evaluación establecidos" (Real Decreto 732/1995 de 5 de mayo sobre derechos y deberes de los alumnos, BOE de 2 de junio) y, sin embargo, no podamos ver dichas pruebas. La inmensa mayoría de los profesores enseñan (o quizá debiera decir enseñamos, ya que yo formo parte de esa mayoría) los exámenes de los alumnos a sus padres cuando éstos solicitan verlos, lo cual repercute en una mejor comunicación profesores/ padres.

Entre los valores democráticos ocupa un lugar destacado la transparencia en todos los ámbitos de la vida pública y no olvidemos que la escuela es uno de los pilares de la democracia, al ser la institución que más favorece la igualdad de oportunidades. Sería bueno dar ejemplo de transparencia desde ella. No dejemos, por tanto, que las actitudes más oscuras se vean amparadas por la ley. Es hora de cambiar la normativa.- .

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