COMIENZA EL CURSO

El desembarco escocés

Una virgen de Terracota de tamaño natural espera entre olivos el principio de curso. Un pelotón de niñas que visten un riguroso uniforme rojo de cuadros escoceses sale de autobuses y coches familiares. Comienza la rutina escolar. Las voces infantiles anuncian el otoño en el colegio Entreolivos (Sevilla), un cuidado recinto de educación para niñas. Los únicos hombres que pueden verse en este colegio inspirado en la doctrina de José María Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, son cuatro sacerdotes y los pequeñines de Infantil que, cuando sean más mayores, cambiarán de uniforme y de colegio...

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Una virgen de Terracota de tamaño natural espera entre olivos el principio de curso. Un pelotón de niñas que visten un riguroso uniforme rojo de cuadros escoceses sale de autobuses y coches familiares. Comienza la rutina escolar. Las voces infantiles anuncian el otoño en el colegio Entreolivos (Sevilla), un cuidado recinto de educación para niñas. Los únicos hombres que pueden verse en este colegio inspirado en la doctrina de José María Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, son cuatro sacerdotes y los pequeñines de Infantil que, cuando sean más mayores, cambiarán de uniforme y de colegio. En este centro se estudia desde Infantil hasta COU. Por ser de titularidad privada, la matrícula cuesta 36.000 pesetas. Además, las familias pagan el transporte, el comedor y las múltiples actividades: deportes, teatro, solfeo, inglés, ballet. Como en otros colegios andaluces, los obreros daban ayer los últimos retoques de albañilería. Lo demás, todo en orden. No en vano los dos primeros meses están consagrados al orden: "Dividimos el curso en cuatro partes: septiembre y octubre, el orden en todos los aspectos, incluso afectivo: no se puede querer más a un perro que a un amigo o a un hermano; noviembre y diciembre, la generosidad; de enero a marzo, el trabajo y la responsabilidad y de abril a junio, la alegría", explica la directora del centro, Carmen Viu. En Entreolivos se estudia inglés desde los dos años. Además, "este curso habrá un ordenador por aula además de la sala de tecnología y el ajedrez será una materia obligatoria para desarrollar el pensamiento abstracto y la atención", explica la directora. Alumnos de bien Pero el rasgo distintivo del centro, por encima de todos, es la educación moral y religiosa que comparten con las familias y los alumnos de forma absolutamente personalizada: "Nuestro colegio pertenece a la institución Fomento de la Enseñanza y el proyecto educativo común es ayudar a las familias, que participan activamente, para que los alumnos sean personas de bien en un clima de libertad y trascendencia". Por eso abogan por una enseñanza separada: los chicos con los chicos, las chicas con las chicas, "por motivos pedagógicos y educativos". "Las personas tienen diferencias físicas y psicológicas. Los separamos por homogeneidad, para que no haya elementos que distorsionen el orden", explica Viu, que piensa que la distinta velocidad en la madurez de los dos sexos dificultaría la enseñanza. Los más pequeños, que aún no entienden de diferencias, se sientan en el suelo alrededor de su maestra inglesa y recitan a coro los colores y canciones en inglés. "Yelou, blu, braun, grin". Han llegado al colegio dando botes de alegría y sólo dos, un niño y una niña, permanecen en el recibidor con un llanto incontrolable. Muchos amortiguan este efecto porque van acompañados de sus hermanos, que en muchos casos, son más de dos. El récord lo tiene una señora con doce hijos y cuatro más de origen hindú que ha adoptado. Aunque la educación obligatoria no comienza hasta los seis años, es corriente que los pequeños de Entreolivos ya sepan leer y escribir a los cuatro. En edades superiores saben más cosas. Con ocho años, Teresa contesta con tino el nombre del presidente del Gobierno: "Aznar". ¿Y la capital de Lisboa? María se aventura: "¿Fátima?". Las madres explican por qué les gusta el colegio: "Somos antiguas alumnas y guardamos muy buen recuerdo. Pero sobre todo por la formación religiosa y los valores fundamentales que se aprenden aquí". También les resulta cómodo el horario continuado con servicio de comedor. Y qué opinan de la educación sólo para niñas: "Yo no me imagino a mi hijo haciendo ballet", dice Margarita Fiol.

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