La ilustración: asignatura pendiente

El veterano dibujante Calatayud recibió el premio al mejor álbum nacional de 1997, por su obra El pie frito, en la última edición del Salón Internacional del Cómic de Barcelona. Además, Montse Gisbert y Carmela Mayor, una pareja de valencianas que desde 1993 desarrolla su actividad profesional en Bruselas, fueron galardonadas a principios de este año con el premio Serra d" Or de la editorial barcelonesa Abadía de Montserrat y, más recientemente, con el Premio Nacional de Ilustración que cada año concede el Ministerio de Cultura. Todo parece indicar que, como aseguran algunos profesionales de l...

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El veterano dibujante Calatayud recibió el premio al mejor álbum nacional de 1997, por su obra El pie frito, en la última edición del Salón Internacional del Cómic de Barcelona. Además, Montse Gisbert y Carmela Mayor, una pareja de valencianas que desde 1993 desarrolla su actividad profesional en Bruselas, fueron galardonadas a principios de este año con el premio Serra d" Or de la editorial barcelonesa Abadía de Montserrat y, más recientemente, con el Premio Nacional de Ilustración que cada año concede el Ministerio de Cultura. Todo parece indicar que, como aseguran algunos profesionales de la historieta, el mundo de la ilustración valenciana atraviesa una época dorada que sólo admite comparaciones con el furor creativo que se vivió en la ya lejana década de los 80. Otros describen el paisaje como un mero espejismo provocado por el contraste entre el indiscutible nivel de los creadores y las precarias condiciones de una profesión asfixiada por la ausencia de una infraestructura adecuada, la escasez de ayudas oficiales o la cada vez más alarmante disminución del número de aficionados. "Es injusto, pero la industria local no está a la altura de sus profesionales", apunta Vicente Ferrer Azcoiti, ilustrador, editor de la colección ½ Vaca y presidente de la Asociación Profesional de Ilustradores de Valencia (AIPV). "Esta ciudad siempre ha gozado de prestigio en la profesión. Sin embargo, cuando la gente entra en contacto con el día a día suele llevarse una decepción. Me parece muy representativo que el último Premio Nacional de Ilustración se haya concedido a dos valencianas que trabajan en Bruselas porque en su país y en su ciudad son prácticamente desconocidas", añade. Así, ante la urgente necesidad de mejorar las condiciones laborales de los ilustradores y, al mismo tiempo, obtener el merecido reconocimiento público, que su dedicación exige, un grupo de profesionales valencianos decidió revivir, a mediados de 1997, el viejo proyecto de la APIV que, hace una década naufragó antes de levar anclas. De momento, los primeros pasos de la asociación, con un centenar de socios, sólo puede contabilizarse como éxitos. Una muestra: la exposición itinerante Animalada, en la que participan 106 autores mayoritariamente valencianos, fue incluida en el circuito de salas del Consorcio de Museos y, después de recorrer toda la Comunidad Valenciana, viajará por el resto del país e, incluso, por algunas ciudades europeas y americanas hasta el año 2000. Ferrer Azcoiti es consciente de que aún queda un largo trecho por recorrer. "El principal problema es que se ha perdido el oficio: creo que sería necesario volver a explicar qué es un ilustrador y qué tipo de trabajos puede realizar. El ilustrador es una persona que escribe con imágenes. Lo que ocurre es que, pese a vivir en un mundo dominado por la imagen, somos analfabetos visuales. Hemos olvidado cómo leer las imágenes. Los niños saben hacerlo sin dificultad, pero cuando crecen se les obliga a ver las cosas de otro modo y pasan de leer libros infantiles o tebeos a leer facturas e impresos del Ayuntamiento. A partir de cierta edad, la gente prefiera gastar su dinero y su tiempo en viajar, salir de copas... y la ilustración se convierte en un producto innecesario. Es como el cuento de Peter Pan: cuando creces, te olvidas de volar", explica.

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