Clinton pierde amigos

Nuestro corresponsal en Moscú describió la cumbre Clinton-Yeltsin como un acontecimiento que "bordeaba los escurridizos límites de la autoparodia". Lo mismo podría haberse dicho de la declaración de BilI Clinton en la conferencia de prensa de Moscú, en la que afirmaba que ya se ha disculpado adecuadamente sobre el caso Mónica Lewinsky. Este punto de vista no es el mayoritario entre los demócratas del Congreso de Estados Unidos ni entre sus colaboradores de la Casa Blanca; y sus palabras son un signo preocupante de que todavía confía en obsoletos reflejos a la hora de abordar el caso Lew...

Nuestro corresponsal en Moscú describió la cumbre Clinton-Yeltsin como un acontecimiento que "bordeaba los escurridizos límites de la autoparodia". Lo mismo podría haberse dicho de la declaración de BilI Clinton en la conferencia de prensa de Moscú, en la que afirmaba que ya se ha disculpado adecuadamente sobre el caso Mónica Lewinsky. Este punto de vista no es el mayoritario entre los demócratas del Congreso de Estados Unidos ni entre sus colaboradores de la Casa Blanca; y sus palabras son un signo preocupante de que todavía confía en obsoletos reflejos a la hora de abordar el caso Lewinsky. Clinton siempre ha logrado reunir a sus seguidores ante los poderosos enemigos externos, sean (...) sus amantes charlatanas o los conspiradores ultraderechistas. (…) Ahora Clinton es un político cuyos partidarios más leales se mantienen en silencio. Es el líder de un partido cuyos congresistas más influyentes a menudo declinan defenderle en público, mientras que le critican en conversaciones extraoficiales. El principal problema de este presidente no es vencer a sus enemigos. Es volver a ganarse a sus amigos. (...) La gente está cansada del caso Lewinsky. Los demócratas están cansados de Clinton y nerviosos por el contenido del informe que el fiscal Starr enviará al Congreso. Cuando Clinton intenta volver a ganarse la confianza de su propio partido, se enfrenta a un problema común a todos los mentirosos descubiertos. Las palabras que valieron en las anteriores crisis ya no son creíbles. (...), 4 de septiembre.