Tribuna:

Decoración de exteriores

Por aquí abajo hay dos fiestas urbanas antiguas y con cierto éxito de crítica y público. Son la Verbena de la Paloma en Madrid y las fiestas de Gràcia en Barcelona. Curiosamente, parten de dos principios distintos. En la de la Paloma, la gente se disfraza de Pichi, el chulo que castiga, mientras que en Gràcia se ha optado por disfrazar las calles. En ambas fiestas se parte, pues, de dos criterios opuestos. En una la gente se disfraza como su abuelo, de manera que, supongo, se experimenta el terror de ser diferente a tu abuelo. Ese terror es muy hispano. En general, cuesta poco que un hispano s...

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Por aquí abajo hay dos fiestas urbanas antiguas y con cierto éxito de crítica y público. Son la Verbena de la Paloma en Madrid y las fiestas de Gràcia en Barcelona. Curiosamente, parten de dos principios distintos. En la de la Paloma, la gente se disfraza de Pichi, el chulo que castiga, mientras que en Gràcia se ha optado por disfrazar las calles. En ambas fiestas se parte, pues, de dos criterios opuestos. En una la gente se disfraza como su abuelo, de manera que, supongo, se experimenta el terror de ser diferente a tu abuelo. Ese terror es muy hispano. En general, cuesta poco que un hispano se disfrace de aizkolari, de sevillana o de rabadà, y que vaya por la vida en plan coros y danzas raciales. La cosa de disfrazar las calles parte, por el contrario, de la idea de que la calle es tuya. Es un acto de posesión. Poseer la calle significa que sabes que posees no sólo una calle, sino muchos más derechos ciudadanos. Decorar la calle es demostrar que eres un ciudadano, mientras que vestirte de Pichi/rabadà el chulo/xulo que castiga, es ejercer la añoranza de ser un aldeano sin derechos. Bueno. No se sabe cuándo se inició el orgullo ciudadano de poseer tu calle. No hay muchas noticias escritas antes de 1870. La primera confirmación de que las calles de Gràcia se engalanaban data de 1850. Se supone que la cosa empezó antes. Las primeras decoraciones estaban hechas de elementos vegetales. Tras las fiestas, la ornamentación se la quedaban los panaderos. Lo que para unos es decoración, para otros es combustible. La vida en la ciudad, como se ve, es un lío. No es de extrañar, pues, que Pichi se volviera loco y fuera por ahí castigando. Con la decoración de su calle, los ciudadanos hablaban de su vida, y la vida para un ciudadano son sus derechos. Ya saben, derecho a pasárselo bien -el ocio es un derecho ciudadano; sólo existe cuando existe previamente el derecho al trabajo- y a practicar el genio individual -algo que no se puede hacer en solitario-, como un barbero de la calle de Verdi que en 1885 fabricó una maquinita de proyectar sombras chinescas y se hizo el rey del pollo de Verdi. También planteaban problemas, que es lo que mejor saben hacer los ciudadanos. A partir de 1895, por ejemplo, plantean una guerra de banderas en las calles, que culmina en 1902. Las autoridades la zanjaron por el Pichi-system, retirando todas las banderas catalanas de todas las calles que habían optado por ella. En el franquismo / pichismo, los vecinos de alguna calle van a parar a comisaría, como pasó en la calle de la Llibertat -la metáfora queda a güevo- en una ocasión en que decoraron su calle como una jaula con una gran paloma dentro. Es posible que, en todo caso, el proceso de decorar la calle siempre haya sido el mismo. A saber: los vecinos se reúnen y hablan. Algún gran ideólogo tiene una gran idea. Quizá haya algún otro gran ideólogo con otra gran idea. Primer mosqueo. Pero la cosa marcha hacia adelante. Si vas a comprar algo a la tienda de algún gran ideólogo, cuando entras esconde la hoja de papel en la que está dibujando su proyecto. Por más que insistas no suelta prenda. El dinero para el proyecto se consigue a lo largo del año: sorteos, sardinadas y recolecta entre los vecinos. Los vecinos: a) pagan, b) se hacen los suecos, c) dicen: "Us pago el doble si aquest any no feu res". El proyecto se va retocando en colectividad. Más mosqueos. Los week-end los vecinos van fabricando cosas. A veces viene a visitarles un vecino del servicio de inteligencia de otra calle. Otro mosqueo. Dos días antes de las fiestas se empieza a engalanar la calle. El uniforme oficial consiste en unos pantalones cortados por la señora -al parecer, con los dientes- y camiseta imperio. Las señoras, habituadas a engalanar su propia casa, van más de civil. Los vecinos trabajan con una mano, que con la otra aguantan un pito o un vaso de tintorro que se guarda en botella de Font-Vella. Las señoras trabajan en corro. Gastan estética de Daughters of the American Revolution. Los caballeros se dedican generalmente a trabajos de logística. Hay momentos de gran tensión existencial-logística, como el momento de conectar la instalación eléctrica a la caja del diferencial. Se realiza en comité: uno mangonea la caja y los demás van diciendo periódicamente: "Jo crec que és el cable vermell, Jaume". Mosqueo de Jaume. El elemento joven, con las hormonas al baño María, se encarga de realizar sus funciones lo suficientemente alejado de cualquier farola. A las cinco o a las seis de la mañana del día 15 parece que jamás se terminará la calle. Otro mosqueo. Un día después, se entregan los premios. Mosqueo king-size. Los que han ganado cuelgan el cartel que lo acredita de forma bien visible. Los demás lo cuelgan del revés, y durante varios días especulan con la teoría del tongo. El segundo día de fiesta ya faltan piezas en la ornamentación. Los graciencs Rh- dicen que ha sido "la gent de Barcelona". Mosqueo Rh-. A lo largo del proceso han conseguido una serie de sensaciones que les han hecho felices. Cuando acaban las fiestas se vuelven a reunir. Se empieza a hablar de proyectos. Volvemos al primer mosqueo. Etcétera. Como se ve, el proceso de ornamentar una calle no es necesariamente un proceso de ganar amigos. Una ciudad no está compuesta de amigos, sino de ciudadanos. En Atenas, media Atenas no se hablaba con la otra, pero construyeron Atenas y la idea de ciudadanía. Gràcia, como cualquier otro barrio de Barcelona, no es un pueblecito de casetes i hortets y Pichis que se quieren. Es hermoso ver construir estas pequeñas Atenas.

NOTA: En los artículos de ayer y hoy se han extraído datos de Jordi Pablo: Arxiu Festiu Gràcia Festa Major 1817-43, Federació Festa Major de Gràcia, Gràcia, 1998. Va acompañado de un fabuloso CD-Rom con un formidable archivo de imágenes.

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