Arahal se manifiesta contra el maltrato a las mujeres
Arahal tiene alrededor de 18.000 habitantes, pero apenas un millar salió ayer a las calles a manifestarse en contra de los malos tratos a las mujeres, un drama que cada día va ganando hueco en los periódicos: cuando hay un cadáver. Así sucedió en este pueblo sevillano la madrugada del martes pasado, cuando Francisco Montero asesinó a su mujer a puñaladas. Los vecinos, en su mayoría mujeres y gente joven de Arahal, salieron ayer a la calle con una única voz, la de la pancarta que encabezaba el alcalde, Francisco Jiménez y la concejala de Asuntos Sociales, Mirta Zamudio: Ni un minuto de silenci...
Arahal tiene alrededor de 18.000 habitantes, pero apenas un millar salió ayer a las calles a manifestarse en contra de los malos tratos a las mujeres, un drama que cada día va ganando hueco en los periódicos: cuando hay un cadáver. Así sucedió en este pueblo sevillano la madrugada del martes pasado, cuando Francisco Montero asesinó a su mujer a puñaladas. Los vecinos, en su mayoría mujeres y gente joven de Arahal, salieron ayer a la calle con una única voz, la de la pancarta que encabezaba el alcalde, Francisco Jiménez y la concejala de Asuntos Sociales, Mirta Zamudio: Ni un minuto de silencio por una mujer maltratada. Entre los asistentes a la manifestación, que comenzó con una ofrenda floral en la puerta de la casa de la víctima y acabó con la lectura de un manifiesto en la plaza del pueblo, estaban las hermanas de la asesinada, María del Carmen y Angelita Carrasco González, con el ánimo visiblemente decaído. Las mujeres que las acompañaban trataban de disuadirlas para que abandonaran el acto y volvieran a sus casas. No lo hicieron. También acudió "por solidaridad con la familia" la diputada de IU María Jesús Aramburu, quien anunció que su grupo pedirá una comparecencia inmediata del Gobierno y recordó que sólo se denuncia entre un 5% y un 10% de los malos tratos a mujeres. "Estamos cayendo como moscas", acusó. Muchas mujeres vieron pasar la manifestación desde la puerta de sus casas, pero no se sumaron a los concentrados. "Porque no", fue la única respuesta de una. Algunas lugareñas justificaron su ausencia diciendo que ellas no son maltratadas por sus maridos.