CRÍTICA CLÁSICA

La fuerza de una tradición

Cuarteto Stamitz Obras de Mozart y Dvorák. Cuarteto Stamitz con Josef Kluson, viola. XVIII Semana Internacional de Música de Cámara. Montserrat, 20 julio 1998.

El primer concierto del festival de Montserrat siguió la práctica inveterada de estas semanas, cual es incluir al menos un clásico programa de música de cámara, encomendado este año al Cuarteto Stamitz. Detrás del apellido del ilustre compositor bohemio se halla una formación especializada en el amplio abanico de cuartertistas checos, desde Smetana y Dvorák hasta Janácek y Krasa, que ha hecho de ese rincón de Europa un lugar ...

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Cuarteto Stamitz Obras de Mozart y Dvorák. Cuarteto Stamitz con Josef Kluson, viola. XVIII Semana Internacional de Música de Cámara. Montserrat, 20 julio 1998.

El primer concierto del festival de Montserrat siguió la práctica inveterada de estas semanas, cual es incluir al menos un clásico programa de música de cámara, encomendado este año al Cuarteto Stamitz. Detrás del apellido del ilustre compositor bohemio se halla una formación especializada en el amplio abanico de cuartertistas checos, desde Smetana y Dvorák hasta Janácek y Krasa, que ha hecho de ese rincón de Europa un lugar privilegiado para el género. Dos obras de Mozart, el Cuarteto en Re KV 575 y el Quinteto en Mi bemol KV 614, permitieron al Stamitz explayarse en el recorrido de un estilo no tan congenial con las características más relevantes del grupo. Ciertos problemas de afinación y limpieza en el ataque de los unísonos, junto con la deliberada morosidad de la articulación, convirtieron la previsible gracilidad mozartiana en un discurso poco atractivo, dada la escasa diferenciación de climas que se advirtió entre ambas piezas. El KV 575, primero de los cuartetos prusianos de 1789, tiene relativa mala prensa entre los musicólogos, salvo el turbulento allegretto conclusivo. Lo que no sucede en el caso del KV 614, penúltima obra en el tiempo del catálogo camerístico mozartiano. Para su ejecución se incorporó al Stamitz el viola Josef Kluson, miembro fundador del Cuarteto Prazak. Pero ni con tal refuerzo subió decisivamente el listón. El Quinteto en Mi bemol Op. 97 de Dvorák marcó el despegue definitivo de esta primera sesión del festival montserratino. Probablemente se trata de una de las obras más agradecidas del músico bohemio, a quien los aires americanos debieron refrescarle al máximo sus nostálgicas evocaciones del folclore patrio. Sea como fuere, los instrumentistas checos dieron aquí en el clavo con una vibración expresiva y un aliento rítmico muy encomiables. El punto culminante de su interpretación, también el de toda la velada, fue sin duda el bellísimo larghetto en la bemol menor. Se escuchó en toda su riqueza de colores y acentos el vaciado del precioso tema con variaciones, y en ningún momento el empleo del vibrato resultó fuera de lugar. Este concierto abrió una semana rica en sugerencias para un variado sector de melómanos, ya que en Montserrat el repertorio más tradicional se alterna con escapadas a la música contemporánea y al jazz. A la cita de esta noche con el dúo de pianos Bueso / Alemany seguirán, en jornadas sucesivas, las actuaciones del Quinteto Cuesta, el conjunto Ictus, la Mediterrani Jazz Band y el Amati Ensemble de Múnich, que el domingo día 26 pondrá punto final a una programación de verdadero interés.

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