Editorial:

Legales y generosos

EL TRÁNSITO de inmigrantes por España ha dejado en cinco años 20.000 detenidos y un millar de ahogados. Las cifras son elocuentes. Sorprende, sin embargo, que tantos hayan sido apresados y que sean tan escasas las acciones policiales contra los traficantes que cobran a estos desheredados cientos de miles de pesetas por tan incierto viaje. Los inmigrantes magrebíes en particular sufren la acción de mafias cada vez más numerosas y mejor preparadas.Si en los despachos los acuerdos para combatirlas son fáciles, a pie de frontera los contrabandistas de personas llevan siempre las de ganar. El marco...

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EL TRÁNSITO de inmigrantes por España ha dejado en cinco años 20.000 detenidos y un millar de ahogados. Las cifras son elocuentes. Sorprende, sin embargo, que tantos hayan sido apresados y que sean tan escasas las acciones policiales contra los traficantes que cobran a estos desheredados cientos de miles de pesetas por tan incierto viaje. Los inmigrantes magrebíes en particular sufren la acción de mafias cada vez más numerosas y mejor preparadas.Si en los despachos los acuerdos para combatirlas son fáciles, a pie de frontera los contrabandistas de personas llevan siempre las de ganar. El marco legal, por añadidura, considera la inmigración ilegal como un delito contra los derechos de los trabajadores cuya pena máxima es de tres años de cárcel y multa. Los negreros tienen poco que temer. Y las alambradas no sirven si detrás de ellas hay agazapado un continente hambriento. Los responsables policiales de Ceuta y Melilla saben que ninguna barrera detendrá el éxodo subsahariano. El tema no se puede resolver con apelaciones policiales. Debe procurarse que los inmigrantes estén en situación legal, pero con generosidad, valorando que representan un drama humano por encima del ordeno y mando de la cultura administrativa y que la solidaridad forma parte de los valores democráticos. Defender sus derechos y facilitar su legalización es una forma de favorecer la integración. No hacerlo es sembrar marginación y, al final, xenofobia.

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