Soñaba con ser modelo
Rubén Darío Vallina Gamero tenía un sueño. Ser modelo y triunfar en la capital. Alto, moreno y bien parecido a juicio de quienes le conocieron, en su tierra natal se había preparado para el salto estudiando modelaje. Su oportunidad llegó hace diez meses, cuando en una discoteca de Málaga conoció a un joven del barrio de la Prosperidad, quien le animó a irse con él a probar suerte en Madrid. Rubén aceptó el desafío. Y entró a compartir piso con el joven que había conocido en Málaga. Entretanto, un amigo le hizo unas fotografías promocionales. A los dos meses de su estancia en Madrid consiguió e...
Rubén Darío Vallina Gamero tenía un sueño. Ser modelo y triunfar en la capital. Alto, moreno y bien parecido a juicio de quienes le conocieron, en su tierra natal se había preparado para el salto estudiando modelaje. Su oportunidad llegó hace diez meses, cuando en una discoteca de Málaga conoció a un joven del barrio de la Prosperidad, quien le animó a irse con él a probar suerte en Madrid. Rubén aceptó el desafío. Y entró a compartir piso con el joven que había conocido en Málaga. Entretanto, un amigo le hizo unas fotografías promocionales. A los dos meses de su estancia en Madrid consiguió empleo como recepcionista de noche en el hotel Reyes Católicos. Sus compañeros de trabajo le adoraban. Puntual, cumplidor, amable con los clientes, su naturaleza afable pronto se extendió más allá del mostrador de recepción."Era un chico majísimo. Yo le decía que si tuviese 18 años me casaba con él. Me contó que iba a hacer una prueba de modelos para una agencia", comentaba la propietaria de una papelería de la calle del Ángel.