El político que cambió el turbante por el traje
Menudo y de apariencia frágil, Karbachí esconde su timidez tras unas gruesas gafas. Recibe a sus interlocutores con un té y unas pastas, y se muestra cordial, aunque no demasiado locuaz. Sin falsa modestia, se describe como el hombre que ha salvado Teherán del desastre demográfico y ecológico.
Sólo su barba recuerda su pertenencia al clero. Tras los pertinentes estudios coránicos en la ciudad santa de Qom y en Isfahán, alcanzó el grado de hoyatoleslam (justo por debajo del de ayatolá en la jerarquía musulmana shií), pero hace ya tiempo que cambió el turbante y el hábito por el traje...
Menudo y de apariencia frágil, Karbachí esconde su timidez tras unas gruesas gafas. Recibe a sus interlocutores con un té y unas pastas, y se muestra cordial, aunque no demasiado locuaz. Sin falsa modestia, se describe como el hombre que ha salvado Teherán del desastre demográfico y ecológico.
Sólo su barba recuerda su pertenencia al clero. Tras los pertinentes estudios coránicos en la ciudad santa de Qom y en Isfahán, alcanzó el grado de hoyatoleslam (justo por debajo del de ayatolá en la jerarquía musulmana shií), pero hace ya tiempo que cambió el turbante y el hábito por el traje de estilo occidental, eso sí, sin corbata.
Ya estuvo en la cárcel en los setenta por su oposición al sha. Luego, tras la victoria de la Revolución Islámica (1979), el ayatolá Ruholá Jomeini le nombra su representante ante la gendarmería. Tras un breve paso por la radiotelevisión estatal, el fundador del régimen le nombra gobernador de Isfahán, una de las ciudades más importantes del país. Desde allí es llamado a Teherán por el pragmático Rafsanyani en 1989. Tiene 35 años y una brillante carrera por delante.
Desde 1992, sus ambiciones a ese respecto quedan claras con el lanzamiento de Hamchahri (El Ciudadano), un diario que permite su proyección nacional. Su periódico sirvió de plataforma para el movimiento político moderado que lanzaron varios miembros del Gobierno de Rafsanyani con motivo de las elecciones legislativas de 1996, que finalmente ganaron los más conservadores. Hoy, a sus 44 años, se enfrenta a graves acusaciones que él asegura son fruto de una campaña «política» que tiene por objetivo impedirle afrontar sus responsabilidades en el Gobierno de Jatamí.