Una familia descubre en una barra de pan el trozo de un dedo de su panadero

El dedo de don Florencio, su panadero de toda la vida, les señaló que algo había salido mal en aquella cena de martes noche. Concretamente se lo indicó la tercera falange del dedo corazón izquierdo, un apéndice que, para desesperación de aquella familia de la calle del Puerto de la Cruz Verde, venía en el pan que habían comprado en su tienda aquella mañana. Pero la sorpresa fue en aumento cuando la policía interpeló al panadero. El hombre, que había sufrido en la madrugada anterior un accidente con el rodillo de la panificadora, no salía de su asombro: los médicos, según dijo a la policía, no ...

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El dedo de don Florencio, su panadero de toda la vida, les señaló que algo había salido mal en aquella cena de martes noche. Concretamente se lo indicó la tercera falange del dedo corazón izquierdo, un apéndice que, para desesperación de aquella familia de la calle del Puerto de la Cruz Verde, venía en el pan que habían comprado en su tienda aquella mañana. Pero la sorpresa fue en aumento cuando la policía interpeló al panadero. El hombre, que había sufrido en la madrugada anterior un accidente con el rodillo de la panificadora, no salía de su asombro: los médicos, según dijo a la policía, no le habían informado de la pérdida. PASA A LA PÁGINA 4

Cena frente al televisor

El panadero supo que había perdido la falange cuando le llamó la policía

El resto de la barra fue servido durante la cena al marido, Ángel, de 48 años, "muy hipocondriaco", según su esposa. Frente al televisor, el hombre daba cuenta de una pechuga de pollo. Al mordisquear el pan descubrió "algo oscuro". Tanto que se lo pasó a María José para que comprobase de qué se trataba. Era la tercera falange del dedo corazón de la mano izquierda de su panadero de toda la vida. Con uña y yema. Ángel corrió al servicio.A la mañana siguiente, María José se dirigió con paso presuroso a la panadería a pedir explicaciones. La esposa del hornero no dio crédito a la queja. "¿Pero cómo se puede negar? ¡Si he tenido el dedo en mi mano!", exclamaba ayer María José. Ante las dudas de la panadera, la mujer llamó al 010 y pidió que le pusieran con sanidad municipal. El funcionario que la atendió le aconsejó que hablase con la policía.

"Oiga, que tengo un dedo". Así se presentó María José ante el agente de la comisaría de Arganzuela. "Efectivamente, es un resto mortal", fue la respuesta. El trozo de dedo ha pasado a manos de la Policía Científica.

El dueño de la panadería se encontraba ayer desolado. "Ha sido un accidente muy desagradable, sobre todo para mí, esto me supera", dijo a este periódico.

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