CAOS EN INDONESIA

El fin del "sueño americano" de los ricos indonesios

Fuera del gran centro comercial conocido como Megamall, soldados armados y con las caras pintadas patrullan la zona mientras una humareda gris sigue saliendo del segundo piso. El centro comercial y el complejo residencial cercano (conocido como Lippolandia) están gestionados por el grupo Lippo, de la familia Riady. James Riady -el empresario indonesio que hizo amistad con Bill Clinton en Arkansas y se convirtió en un de los principales donantes del Partido Demócrata- admira a Estados Unidos e intentó traerse un trozo de aquel país a Indonesia. Su sueño se ha convertido en una visión surrealist...

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Fuera del gran centro comercial conocido como Megamall, soldados armados y con las caras pintadas patrullan la zona mientras una humareda gris sigue saliendo del segundo piso. El centro comercial y el complejo residencial cercano (conocido como Lippolandia) están gestionados por el grupo Lippo, de la familia Riady. James Riady -el empresario indonesio que hizo amistad con Bill Clinton en Arkansas y se convirtió en un de los principales donantes del Partido Demócrata- admira a Estados Unidos e intentó traerse un trozo de aquel país a Indonesia. Su sueño se ha convertido en una visión surrealista.El pasado jueves, indonesios de las clases menos favorecidas protestaron y saquearon esta zona y otras en el resto de la capital. Rompieron las verjas que rodean las barriadas de chabolas y atacaron el centro comercial. Destrozaron lo que pudieron y se llevaron lo que quisieron. Le prendieron fuego, quemando sobre todo las aspiraciones de primer mundo de una clase privilegiada totalmente desconectada de la mayoría de la población en un país con una de las mayores diferencias del mundo entre ricos y pobres. Treinta personas murieron en el incendio del Megamall. Antes de los disturbios, la mayoría de los clientes del Megamall -que albergaba una bolera, una pista de patinaje sobre hielo y negocios con marchamo estadounidense tales como Wal-Mart, Pizza Hurt o Dunkin Donuts- eran indonesios de origen chino, residentes extranjeros y todos aquellos que se habían beneficiado del sistema de capitalismo de amiguetes del Gobierno de Suharto.

«No era bueno», afirma H. B. Alcaff, un periodista local. «Las condiciones y los precios de este centro comercial para cualquier cosa estaban cada vez más lejos de mi gente», asegura.

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