GENTE

LOS TRES TÉS

El ruido del desierto les va más que el de las discotecas o las sidrerías. Ejnaza Salamu, Omar Malainin, estudiantes de cuarto de ESO, y Ahmed Mohamed, estudiante de segundo de Bachillerato, son una muchacha y dos muchachos saharauis que cursan sus estudios en la Universidad Laboral de Gijón. Se pasan los fines de semana en el albergue municipal de Robledo, en Lugo de Llanera, en el centro de Asturias, huyendo del mundanal ruido, pues no les gustan las costumbres de los jóvenes asturianos. Son los únicos residentes en el hogar de transeúntes durante los días no laborables, y se pasan el tiempo...

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El ruido del desierto les va más que el de las discotecas o las sidrerías. Ejnaza Salamu, Omar Malainin, estudiantes de cuarto de ESO, y Ahmed Mohamed, estudiante de segundo de Bachillerato, son una muchacha y dos muchachos saharauis que cursan sus estudios en la Universidad Laboral de Gijón. Se pasan los fines de semana en el albergue municipal de Robledo, en Lugo de Llanera, en el centro de Asturias, huyendo del mundanal ruido, pues no les gustan las costumbres de los jóvenes asturianos. Son los únicos residentes en el hogar de transeúntes durante los días no laborables, y se pasan el tiempo estudiando y tomando té. Se sientan en el suelo sobre una manta y siguen el ritual de su tierra mientras contemplan el bonito paisaje que se divisa desde el albergue. Según contaron a La Nueva España, beben el té por la mañana, un té amargo como la vida; más tarde, después de volver a hervirlo, lo toman dulce como el amor; tras el tercer hervor, el té es suave como la muerte. El acto de cada toma dura aproximadamente una hora. Dicen que les encanta Asturias, aunque no les gusta que llueva tanto. Natural, viendo su origen. Y comentan que la tradición de beber así el té se va extendiendo por la zona, y varios vecinos de Robledo se acercan al albergue para acompañarlos en su ritual. -

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