Editorial:

Mensaje de ETA

LOS JEFES de ETA han querido recordarnos su existencia, y lo han hecho matando a un concejal de Pamplona, Tomás Caballero, del partido navarrista UPN. Se estaba hablando de propuestas de diálogo, de «espacio común entre nacionalistas», de «iniciativas compartidas» de pacificación, y los jefes de ETA no querían que nadie se olvidara de que ellos son los que deciden. No los miembros de HB que están hablando con los del PNV y EA, y tampoco los firmantes de manifiestos a favor de la negociación, sino ellos: esas tres o cuatro personas que deciden quién puede vivir y quién debe morir. Mensaje recib...

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LOS JEFES de ETA han querido recordarnos su existencia, y lo han hecho matando a un concejal de Pamplona, Tomás Caballero, del partido navarrista UPN. Se estaba hablando de propuestas de diálogo, de «espacio común entre nacionalistas», de «iniciativas compartidas» de pacificación, y los jefes de ETA no querían que nadie se olvidara de que ellos son los que deciden. No los miembros de HB que están hablando con los del PNV y EA, y tampoco los firmantes de manifiestos a favor de la negociación, sino ellos: esas tres o cuatro personas que deciden quién puede vivir y quién debe morir. Mensaje recibido: ETA no quiere dejar de existir; es decir, de matar.El atentado se ha producido en Navarra, territorio cuya incorporación a Euskadi es una de las condiciones de ETA para dejar de matar. En los primeros tiempos de la transición, buena parte de la población de ese territorio consideraba compatible su identidad navarra con la vasca, lo que abría paso a la hipótesis de una incorporación pacífica en el futuro, expresamente prevista en la Constitución. El efecto de la acción de ETA ha sido alejar esa posibilidad. Los partidos nacionalistas, que llegaron a agrupar cerca del 21% de los votos, no sumaron más del 12% en las últimas elecciones, y los 11 escaños con que contaron en el Parlamento foral se han reducido a 7.

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No es asesinando concejales como ETA va a invertir esa dinámica. Pero para sus jefes, el fin no es lo más importante, lo que cuenta es el medio: demostrar que cuanto ocurre es consecuencia de su violencia y que, por tanto, hay que contar con ellos. Por eso matan, y ya van seis concejales asesinados. No saben hasta qué punto tienen razón quienes afirman que en Euskal Herria hay un «déficit democrático». Sólo que no el que ellos alegan para justificar la negociación con ETA de un nuevo marco político. El déficit existente es el que hace que para ser candidato a concejal por determinados partidos, y no por otros, sea preciso arriesgar la vida. La denuncia y la lucha contra esa situación debería ser la primera de todas las formaciones democráticas. Lamentablemente, no es así.

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Si ETA quisiera dejar de matar ya nos habríamos enterado. Todas esas declaraciones de que si el PNV no habla con ETA «es porque no puede» (Arzalluz), o de que «hay que hablar de todo y con todos» (Ibarre txe), han convencido a los jefes de la banda de que la negociación política que pretenden es terreno conquistado: que por mucho que maten y secuestren, siempre tendrán un lugar en la mesa, y que contarán en ella con aliados poderosos dispuestos a negociar «sin límites». Cuando lo que habría que hacer es justamente lo contrario: dirigir a ETA el mensaje de que no podrá haber diálogo -en busca de salidas para los presos y demás personas enganchadas en la noria de la violencia- mientras no den garantías de que renuncian a matar; y que en una sociedad que cuenta con instituciones legitimadas por el voto popular no puede haber negociaciones políticas «sin límites», como si el mundo se inaugurara hoy.

Si había alguna duda sobre el significado del último comunicado de ETA, ayer la despejaron: no piensan dejar de matar. La respuesta también debe ser clara: mientras HB no exija a ETA la renuncia a las armas, ni diálogo, ni «espacio común», ni «acuerdo previo entre nacionalistas». Y ello, con el respaldo de la mayoría. Como en julio, tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco.

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