«El Gobierno del PP encabeza la rebelión fiscal de los ricos»

MadridEl portavoz socialista en el Congreso, Juan Manuel Eguiagaray, asegura que con la reforma del IRPF el PP encabeza «la rebelión fiscal de los ricos». En su opinión, el Gobierno favorece a quienes le reclaman reducción de impuestos porque pueden situarse al margen del sistema de protección social y no quieren sufragarlo.

Pregunta. ¿Es verdad, como dice el Gobierno, que ésta es la reforma que al PSOE le hubiera gustado hacer pero no se atrevió?

Respuesta. En absoluto. Si todo lo que tienen que decir es esto, la verdad es que van dados. Esta es la reforma que está...

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MadridEl portavoz socialista en el Congreso, Juan Manuel Eguiagaray, asegura que con la reforma del IRPF el PP encabeza «la rebelión fiscal de los ricos». En su opinión, el Gobierno favorece a quienes le reclaman reducción de impuestos porque pueden situarse al margen del sistema de protección social y no quieren sufragarlo.

Pregunta. ¿Es verdad, como dice el Gobierno, que ésta es la reforma que al PSOE le hubiera gustado hacer pero no se atrevió?

Respuesta. En absoluto. Si todo lo que tienen que decir es esto, la verdad es que van dados. Esta es la reforma que está exigiendo el sector del electorado al que el PP se debe especialmente. Con ella, el Gobierno del PP encabeza la rebelión fiscal de los ricos. De aquella gente que puede resolver sus problemas al margen del Estado y está deseosa de reducir su contribución a las cargas generales.

P. ¿Tienen ustedes alternativa?

R. Naturalmente. LLevamos mucho tiempo trabajando sobre ella. En nuestro programa electoral ya planteamos cambios en el IRPF. El Gobierno empezó a cambiarlo en 1996, con las plusvalías por ejemplo, y con ello han acentuado la aportación de las rentas del trabajo. La reforma que nosotros queremos debe reducir el peso de estas rentas y no afectar a la capacidad del Estado para seguir prestando servicios básicos.

P. Pero esta mayor carga de las rentas del trabajo viene de la reforma que hicieron ustedes en 1991...

R. En esa reforma quisimos hacer un conjunto de cosas, pero es verdad que hubo después una crisis económica y un aumento de déficit público que lo desaconsejó durante un tiempo.

P. ¿Cree que esta reforma va a tener una alta contestación social?

R. Creo que sí. Se han generado unas expectativas que no se cumplen. Ésta es una reforma de la cual tienen mucho que temer el 60% o el 70% de los contribuyentes, precisamente los de menor renta. Los beneficios están tan mal repartidos que un porcentaje extraordinariamente elevado sale perjudicado en relación con los que mejoran de manera apabullante, que son precisamente los más ricos. Desde este punto de vista creo que llegaremos a una rebelión fiscal en muchísimos estratos sociales.

P. ¿Podría haber una huelga general como sucedió en Italia?

R. Está por ver. Algunas cosas no han hecho más que empezar. El rechazo sindical es muy importante. El hecho de que el Consejo Económico y Social haya hecho un dictamen que exige al Gobierno acomodarse todavía más a las pretensiones de la CEOE también es significativo. Todas las fuerzas de la izquierda están en muy parecidas posiciones.

P. Pero el Gobierno insiste en que a los de menos renta la carga fiscal en porcentaje se les reduce más que a los de rentas altas y que todo el mundo sale beneficiado.

R. Esto es hacerse trampas en el solitario. Es falso que todo el mundo se vea beneficiado por la reforma. Perjudica a los que tienen vivienda en alquiler, a las familias sin hijos, a los pequeños ahorradores e incluso a los que están ahora pagando una vivienda. Todo esto aumenta la regresividad del impuesto. El gran problema, además, es que un hijo, un cónyuge o un minusválido disfruta de más rebaja fiscal por el hecho de que pertenezca a una familia con más nivel económico. El que a alguien le hagan una rebajilla de unas pocas pesetas resulta inaceptable si se le compara con alguien con rentas altas, que obtiene beneficios hasta 20 veces superiores.

P. ¿En qué se puede concretar el acuerdo amplio de la izquierda contra el IRPF?

R. Hay dos ideas básicas que ya se están poniendo de manifiesto. Primero, que la reforma pone en cuestión el futuro del país en términos de solidaridad y de prestaciones sociales. Segundo, que hay mucha gente perjudicada. La coincidencia será casi espontánea en la tramitación parlamentaria.

P. ¿No sería mejor que hubiese un amplio consenso político?

R. Lo veo muy difícil. El PP jamás creyó en el IRPF. Al señor Rato habría que recordarle que se oponía a la existencia de un impuesto sobre la renta y proponía su sustitución por impuestos sobre el consumo. El informe de de los expertos dice que toda esta complicada reforma, con mínimo vital incluido, es equivalente a establecer un impuesto lineal entre el 20% y el 30%. A partir de ahí es casi imposible ponerse de acuerdo.

P. Quizá el Gobierno tenga la tentación de hacer electoralismo con la reforma...

R. No piensan en otra cosa, pero no hay que esperar a las elecciones. Al Gobierno le está saliendo ya el tiro por la culata. Aunque le apoyan los poderosos, el Gobierno defiende su reforma de una manera poco valiente. Entre otras cosas, porque es verdad que hay muchos que pierden y lo que es falso es que gana más quien tiene menor nivel de renta. El Gobierno subestima la inteligencia de la gente. El ciudadano mira lo que se puede ahorrar, pero también se da cuenta de las consecuencias a medio plazo. No van a poder convencer a la inmensa mayoría de los electores, de los ciudadanos, de que ese ahorro pírrico, y además discutible en determinados niveles de renta, no vaya a estar compensado con una reducción de prestaciones.

P. ¿La cifra de pérdida de recaudación que presenta el Gobierno es correcta?

R. Son cifras desinfladas. El Gobierno está incurriendo un muchas contradicciones. Si la rebaja es del 11% como media, el coste sería en torno a 600.000 millones. El análisis del Programa de Convergencia que nosotros hicimos nos situaba el coste por encima del billón de pesetas en dos años. El Gobierno dice que esto se recupera en cinco años. Pero estamos ya a punto de entrar en el euro y hay un montón de cuestiones planteadas. Hay que tener en cuenta que la recaudación por IRPF desciende ahora un 7,4% y el año pasado no aumentó. Esto nos lleva a preguntarnos qué haremos cuando haya que pagar las indemnizaciones por la colza, contabilizar el endeudamiento de RTVE, asumir las prestaciones no contributivas, financiar el nuevo modelo de Fuerzas Armadas o destinar más recursos a educación.

P. ¿Habrá recorte en las pensiones con este IRPF?

R. Es inevitable. Lo estamos viendo ya. Desde la configuración de los sistemas complementarios hasta el agujero negro en la Seguridad Social, algo de lo que el Gobierno no quiere hablar. Hay aquí un silencio tan espeso como profundo.

P. ¿El PSOE se niega entonces a que bajen un impuesto que descansa sobre todo en las rentas del trabajo?

R. Creemos que es posible y necesario bajar los impuestos a quienes los pagan. Y creemos que hay que hacerlo principalmente a los perceptores de rentas del trabajo.

P. ¿Una reforma más moderada?

R. No necesariamente. Yo estoy dispuesto a aceptar el reto al Gobierno y fijar el coste que sea compatible con los equilibrios macroeconómicos. Supongamos que fuera 100. Esto se puede repartir de una manera o de otra. Ellos lo hacen beneficiando más a los niveles de renta más altos. Nosotros queremos hacer pagar más a los perceptores de rentas del capital y empresariales -que ahora pagan poco- y centrar la rebaja en las rentas del trabajo.

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