Editorial:

Sin ilusiones

SI ALGO revela las verdaderas intenciones de Benjamín Netanyahu no es el buen gesto de aceptar ir a Londres el 4 de mayo, en un viaje coincidente con Arafat. Lo revelador es la invitación hecha por Netanyahu al extremista partido Modelet para que entre en su Gobierno de coalición, lo que ampliaría su exigua base parlamentaria. El Modelet defiende la expulsión de todos los árabes de las tierras bíblicas. La señal ha sido clara: el primer ministro del Likud no piensa dar marcha atrás en su intransigencia ante el paralizado proceso de paz. Éste no lleva visos de desbloquearse verdaderamente has...

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SI ALGO revela las verdaderas intenciones de Benjamín Netanyahu no es el buen gesto de aceptar ir a Londres el 4 de mayo, en un viaje coincidente con Arafat. Lo revelador es la invitación hecha por Netanyahu al extremista partido Modelet para que entre en su Gobierno de coalición, lo que ampliaría su exigua base parlamentaria. El Modelet defiende la expulsión de todos los árabes de las tierras bíblicas. La señal ha sido clara: el primer ministro del Likud no piensa dar marcha atrás en su intransigencia ante el paralizado proceso de paz. Éste no lleva visos de desbloquearse verdaderamente hasta que en las próximas elecciones, que como tarde han de celebrarse en el año 2000, los israelíes se pronuncien sobre su primer ministro y sobre la mayoría con que podrá gobernar en un país crecientemente complejo, multicultural y fragmentado, ya no entre judíos y árabes, sino entre israelíes de muy diversas procedencias e incluso lenguas y modos. Éste es un gran debate en Israel, que a menudo pasa por delante del futuro del proceso de paz.

Con todo, al aceptar la invitación de Tony Blair para viajar a Londres, Netanyahu ha tenido más consideración hacia el primer ministro británico que hacia el jefe de la diplomacia inglesa, Robin Cook, que cuando viajó a Israel sufrió insultos diplomáticos repetidos. Blair, envuelto en la aureola del acuerdo para Irlanda del Norte, podría contribuir al diálogo entre israelíes y palestinos en la medida en que refuerce la presión de Estados Unidos sobre Netanyahu. Sin embargo, el primer ministro israelí sigue manteniendo sus distancias respecto a la Unión Europea, que es el primer contribuyente financiero al proceso de paz, pero a la que se resiste a ceder protagonismo.

La cumbre de Londres parece acotada. Netanyahu no rechaza de antemano un posible encuentro directo con Arafat, pero ése no es el objetivo. En principio, Tony Blair auspicia encuentros separados de Netanyahu y Arafat con la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright. El líder israelí parece pretender limitar los debates a asuntos menores o, como mucho, plantear una Palestina autónoma fuertemente controlada y sin continuidad territorial. Estados Unidos aspira a desbloquear la situación en las reuniones de Londres con sus propuestas para una nueva retirada israelí de Cisjordania y otros asuntos, cuyas posibilidades explorará en Israel este fin de semana el mediador de EE UU, Dennis Ross. En principio, no hay que hacerse ilusiones.

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