Rusia y Japón sientan las bases de un ambicioso acuerdo de paz

El presidente ruso, Borís Yeltsin, regreso ayer a Moscú después de un exitoso viaje a Japón. Durante el día y medio que duró la segunda cumbre sin corbatas entre los líderes de ambos países, Yeltsin y el primer ministro nipón, Ryutaro Hashimoto, intercambiaron propuestas para la firma de un amplio tratado de paz y cooperación, que ponga punto final al problema territorial que enfrenta a Moscú y Tokio desde hace más de medio siglo y que les ha impedido decretar el cese de hostilidades tras la II Guerra Mundial. Las Kuriles del Sur -como las llaman en Rusia- o los Territorios del Norte, en la te...

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El presidente ruso, Borís Yeltsin, regreso ayer a Moscú después de un exitoso viaje a Japón. Durante el día y medio que duró la segunda cumbre sin corbatas entre los líderes de ambos países, Yeltsin y el primer ministro nipón, Ryutaro Hashimoto, intercambiaron propuestas para la firma de un amplio tratado de paz y cooperación, que ponga punto final al problema territorial que enfrenta a Moscú y Tokio desde hace más de medio siglo y que les ha impedido decretar el cese de hostilidades tras la II Guerra Mundial. Las Kuriles del Sur -como las llaman en Rusia- o los Territorios del Norte, en la terminología nipona, han envenenado las relaciones entre ambos países desde 1945, cuando las cuatro islas pasaron a poder de la hoy desaparecida URSS, y han determinado que las inversiones japonesas permanezcan a un nivel muy por debajo del que podrían alcanzar. Baste decir que el comercio bilateral es más de diez veces menor que el que existe entre China y Japón. Rusia representa menos del 1% en el comercio exterior nipón.

Esto explica que las conversaciones entre Yeltsin y Hashimoto se centraran en las relaciones económicas y en las propuestas para hacer posible la firma de la paz entre ambos países.

"En nuestras relaciones personales ya existe un tratado de paz", dijo Yeltsin en la conferencia conjunta dada al final de su visita.

Yeltsin viajó a Japón a pesar de la crisis política rusa, que entró en una etapa decisiva el viernes, cuando la Duma Estatal por segunda vez se negó a ratificar a Serguéi Kitiyenko como primer ministro. Un tercer rechazo conducirá automáticamente a la disolución de la Cámara baja y a elecciones parlamentarias anticipadas.

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