Tribuna:ISLA DE LOBOS

No somos nadie

SOBRE LA NADA. Bromeaban en la radio Julia Otero y Almudena Grandes sobre el color morado de sus vestidos: era 14 de abril y el guiño iba por la bandera republicana. Pero el debate que se anunciaba no tenía que ver con la fecha, sino, a propósito de un congreso de filósofos jóvenes en Barcelona, nada menos que con la nada. Por las imágenes que he visto del congreso en cuestión, abundaban las canas y escaseaban las pieles tersas, pero no debió de ser la edad de los pensadores algo que influyera mucho o poco en las reflexiones sobre la existencia, aunque nadie descarta que la d...

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SOBRE LA NADA. Bromeaban en la radio Julia Otero y Almudena Grandes sobre el color morado de sus vestidos: era 14 de abril y el guiño iba por la bandera republicana. Pero el debate que se anunciaba no tenía que ver con la fecha, sino, a propósito de un congreso de filósofos jóvenes en Barcelona, nada menos que con la nada. Por las imágenes que he visto del congreso en cuestión, abundaban las canas y escaseaban las pieles tersas, pero no debió de ser la edad de los pensadores algo que influyera mucho o poco en las reflexiones sobre la existencia, aunque nadie descarta que la desolación ante nuestro propio polvo, en el sentido más estricto, varíe en intensidad según sean los años del que piensa. En ese sentido, Almudena consiguió ir por tierra en un debate que pudo amenazar con vuelo, y refirió la pregunta desolada que sobre su propia trascendencia le hizo su hijo cuando tenía ocho años. Yo, regresando de vacaciones por carretera, un tanto ensimismado en el debate y con un camión de gran tonelaje y largura amenazando con adelantarme, recordé una similar experiencia a edad tan temprana y reviví aquella angustia. Pero me sacó de ella tanto el recorrido humano y literario de la escritora -Zola, Homero, Kafka- por el tema como el modo en que Manuel Delgado, filósofo, descendía de sus cielos irónicos,bromeaba con Julia y renunciaba a errar por el éter convertido en mariposa. Prefería la nada y descartaba encontrarse en el más allá con Dios, con quien confesaba no tener confianza alguna, si no podía hacerlo con su propia familia. Un oyente irrumpió por teléfono con un poema de Federico García Lorca en el que se revela nihilista el poeta y Julia apeló a Borges, que también lo era. La radio es capaz de conseguir que entres en Madrid, después de unas vacaciones, convencido del sosiego que nos trae la nada y del riesgo que la propia trascendencia ofrece: la propia y la de los otros. Menos mal que llegas a casa y te encuentras con Walter Arias, un tío increíble que he conocido en una novela escrita para reírnos con hondura, El novio del mundo (Tusquets) en la que el talento y el ingenio de Felipe Benítez Reyes le hace decir: -Todos aspiramos a más, y ser más es ser otros, y ser otros es como no ser nada: rencorosos apóstatas de nuestro destino. Con el miedo en los huesos".LA TRASCENDENCIA. No debe de ser Jorge Semprún de la misma opinión, y admito que pueda estar sobrado de razones, pero alguna fe tendrá en su propio polvo, tan querido, para desear que lo entierren en un lugar preciso, en Biriatou, y además ataviado con la bandera tricolor. Desde luego, no quiere que su nada carezca de significación. Así lo expresa al menos en su atractivo libro de memorias Adiós, luz de veranos... (también en Tusquets), aunque para que no confundamos sentimiento y pragmatismo aclare que su abrigo en la bandera no implica nada contra este rey y que, muy al contrario, deben saber en palacio que se siente complacido con nuestra monarquía felizmente reinante.

EN EL SIGLO. Felicito a Eduardo Haro el mismo día, y no por nihilista, que tal vez, sino por niño republicano que vuelve al baúl de su memoria en un nuevo libro, Hijo del siglo (EL PAÍS-Aguilar). Ya me ha asegurado que sin la misma querencia de mortaja que Semprún. Con su prosa, tan personal, nos ayuda a entendemos recordando. Lo leo al día siguiente en este diario y trae a Ortega a colación: "Amar el pasado es alegrarse de que haya pasado". Lo transcribe, no sé si lo comparte. EN EL SILENCIO. Semprún dice en este libro que su cuerpo envuelto en la bandera republicana simbolizaría una fidelidad al exilio y al mortífero dolor de los suyos. No va por ahí Alejandro Vargas, pintor de León, aunque es tan fiel a su propio exilio que se vino del mundo a su tierra para seguir exiliado allí. Su delicada pintura, que ahora se expone, está hecha de silencios. Como dice Luis Mateo Díez, esos silencios "acaso pueden mirarse, pero no nombrarse". Y algo de lo mismo se decía en el debate radiofónico sobre la nada. Por eso este leonés prefiere entenderse con el silencioso Shi Tao: "Por lejos que se vaya, por alto que se suba, hay que comenzar por un simple paso".

RAZONES PARA NO SER. Manuel Chaves dio varios pasos a la vez, para explicamos por qué razones él no puede ser, de ninguna manera, candidato a unas primarias del PSOE. No son, dijo, un concurso de belleza, ni un concurso de vedettes, ni un concurso de oratoria. Tal vez reconocía con humildad que no somos nadie.

LOS HUESOS DE VELÁZQUEZ. ¿Servirá para calmar la vanidad de tanto genio actual ver los huesos de Velázquez perseguidos por una excavadora en la plaza madrileña de Ramales? Tanta gloria cierta en este mundo para soportar durante tres siglos de reposo intranquilo, carretas y carruajes encima de tus restos; bicicletas, autobuses y, sobre todo, coches oficiales.

P. D. Cuanto más pienso en la nada, más retratos actuales imagino.

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