Editorial:

Tiene que llover

EL EMPEORAMIENTO del tiempo registrado durante este periodo de Semana Santa, que ha resucitado durante algunos días un frío invernal, ha vuelto a poner a prueba los sistemas de protección en los casos de fuertes temporales, nevadas y lluvias inusitadas para la estación en la que estamos. En este caso, tales sistemas han funcionado correctamente, quizá porque las condiciones climatológicas no han sido extremas. No obstante, las inclemencias meteorológicas son, sin duda, una de las razones que explican el aumento de los accidentes de tráfico registrados en las carreteras españolas, y han obligad...

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EL EMPEORAMIENTO del tiempo registrado durante este periodo de Semana Santa, que ha resucitado durante algunos días un frío invernal, ha vuelto a poner a prueba los sistemas de protección en los casos de fuertes temporales, nevadas y lluvias inusitadas para la estación en la que estamos. En este caso, tales sistemas han funcionado correctamente, quizá porque las condiciones climatológicas no han sido extremas. No obstante, las inclemencias meteorológicas son, sin duda, una de las razones que explican el aumento de los accidentes de tráfico registrados en las carreteras españolas, y han obligado en algunos casos a suspender algunas procesiones tradicionales en estas fechas.Sin embargo, la meteorología ha ocupado la atención de los medios de comunicación por algo más que por las lluvias y el frío invernal, por más frustrante que el mal tiempo haya resultado para quienes se disponían a disfrutar de una semana de asueto. Poco antes del comienzo de la Semana Santa, hosteleros de Cantabria protestaron por los perjuicios que para el negocio turístico acarrean los pronósticos del tiempo, sobre todo aquellos que anuncian lluvias o mal tiempo y a la postre resultan erróneos, tal como había sucedido en realidad en días anteriores. A las quejas de la hostelería cántabra, que llegó a pedir la supresión de los avances meteorológicos, se sucedieron las de los hosteleros asturianos y la del propio alcalde de Gijón, el socialista Vicente Álvarez, quien acusó a los avances sobre el tiempo de "sistemáticamente inexactos" para el clima gijonés.

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El Instituto Nacional de Meteorología ha respondido a la irritada denuncia del sector turístico de la cornisa cantábrica con matizaciones exactas aunque poco consoladoras. Ni la predicción meteorológica es una ciencia exacta -sobre todo cuando los avances se hacen con 48 o más horas de antelación- ni la configuración orográfica de España, incluidos sus múltiples microclimas, facilitan los pronósticos acertados. En este sentido, sólo cabe esperar que los sistemas de predecir el clima se hagan más exactos y disminuyan, por tanto, los errores.

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Pero, si bien las quejas por las pérdidas derivadas de los pronósticos erróneos parecen justificadas, la petición de que se anulen, las peticiones de que desaparezcan las predicciones meteorológicas son simplemente excesivas y carecen de fundamento. La sociedad demanda información creciente sobre la climatología, por las razones más diversas -cosechas, vacaciones- y no es el sector de hostelería el único consumidor de los servicios del Instituto Nacional de Meteorología. De hecho, los servicios meteorológicos fueron severamente criticados por la parquedad de sus pronósticos y se les atribuyó parte de la responsabilidad de la desagradable experiencia que sufrieron miles de automovilistas atrapados por el hielo en un gigantesco atasco en las entradas a Madrid. El camino correcto es facilitar más y mejor información sobre el clima; en ningún caso debe limitarse la disponible.

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