Un equilibrista político presionado por la historia y por sus correligionarios
A David Trimble le Fascina la ópera y quizás eso explica su proclividad por el drama. Al caer esta madrugada el telón sobre la ardua negociación de 22 meses, el jefe del Partido Unionista del Ulster (UUP) podía jactarse de ser un buen administrador de la intriga. Pero ahora le tocará demostrar habilidades como equilibrista político. El capítulo que se abre en el Ulster va a requerir de este sagaz ex profesor universitario un talento especial para soportar las presiones de sus correligionarios probritánicos, que le acusan de claudicar ante la presión de Londres y Dublín, y de sus más enconados ...
A David Trimble le Fascina la ópera y quizás eso explica su proclividad por el drama. Al caer esta madrugada el telón sobre la ardua negociación de 22 meses, el jefe del Partido Unionista del Ulster (UUP) podía jactarse de ser un buen administrador de la intriga. Pero ahora le tocará demostrar habilidades como equilibrista político. El capítulo que se abre en el Ulster va a requerir de este sagaz ex profesor universitario un talento especial para soportar las presiones de sus correligionarios probritánicos, que le acusan de claudicar ante la presión de Londres y Dublín, y de sus más enconados rivales, como el furibundo reverendo lan Paisley, que le imputan una traición imperdonable desde el mismo día de septiembre pasado en el que se presentó a la mesa de negociaciones en Stormont.El jueves, seis horas antes del vencimiento del plazo, Trimble abandonó Stormont en su limusina blindada y fue hasta el cuartel general del UUP para presentar al comité ejecutivo del partido el borrador del acuerdo con las enmiendas de última hora. Pero como bajo el brazo también llevaba la suerte del proceso de paz en el Ulster, durante varias horas Trimble fue el hombre más importante en la historia contemporánea de Irlanda.
Rápido declive
Esa importancia está destinada a ir en rápido declive. Trimble, desde 1995 la voz de la mayoría protestante del Ulster y el principal adversario del Sinn Fein de Gerry Adams, también ha demostrado ser un verdadero incordio. Nadie olvida ese detalle. Ignorando presiones de Londres y Washington, Trimble se ha negado consistentemente a reunirse con Adams. De hecho, jamás le ha dirigido la palabra -nunca hubo siquiera un saludo- y pocas cosas podían haber ilustrado mejor su desdén imperturbable que un breve episodio ocurrido en el estacionamiento de Stormont el miércoles, cuando se topó accidentalmente con Adams. Los dos hombres prácticamente se rozaron los codos, pero ni se miraron a los ojos. Adams no tomó una iniciativa de aproximación porque sabe que se arriesgaba a un monumental desaire frente a las cámaras de televisión de todo el mundo. El líder nacionalista, a quien el UUP llama "terrorista", también sabe que Trimble, si bien no brilla por su audacia, es un político para el que parece inventada la palabra testarudez. "Ya es hora de que vayas creciendo", le aconsejó públicamente el otro día Adams y, como siempre, no obtuvo ninguna respuesta.Pero Trimble, el hombre que en su juventud formó parte de las militantes Vanguardias del Ulster y desde hace dos años mantuvo en vilo las negociaciones de paz, el político que amenazó con retirarse de la mesa si muchas de las propuestas que hoy están contenidas en el documento eran siquiera discutidas, va a tener que exhibir cierta ductilidad. Y es que no tiene mayores alternativas: el jefe del UUP está presionado por los cuatro costados y la popularidad que se ganó desde que se sumó a las controvertidas marchas protestantes orangistas en Portadown hace varios años no le va a bastar para su supervivencia política. Para comenzar no quiere entrar en la historia como el hombre que arruinó la única oportunidad de paz para esta generación en el Ulster. Pero tampoco desea ver una intensificación del acoso de los propios protestantes, que le han advertido que si firma puede brotar "una guerra fratricida".