Editorial:

Bienestar danés

EL CONGLOMERADO de centro izquierda que gobernaba Dinamarca ha revalidado su mayoría por el escaso margen de un escaño sobre un total de 179. Su triunfo debería tranquilizar al resto de los europeos, ya que el primer ministro socialdemócrata, Poul Nyrup Rasmussen, es quien más posibilidades tiene de convencer a una mayoría de daneses de que aprueben el próximo 28 de mayo en referéndum el Tratado de Amsterdam, lo que evitaría una nueva crisis institucional a la Unión Europea. La cuestión europea ha estado, sin embargo, bastante ausente de la campaña, entre otras cosas, porque Dinamarca no se in...

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EL CONGLOMERADO de centro izquierda que gobernaba Dinamarca ha revalidado su mayoría por el escaso margen de un escaño sobre un total de 179. Su triunfo debería tranquilizar al resto de los europeos, ya que el primer ministro socialdemócrata, Poul Nyrup Rasmussen, es quien más posibilidades tiene de convencer a una mayoría de daneses de que aprueben el próximo 28 de mayo en referéndum el Tratado de Amsterdam, lo que evitaría una nueva crisis institucional a la Unión Europea. La cuestión europea ha estado, sin embargo, bastante ausente de la campaña, entre otras cosas, porque Dinamarca no se integrará de momento en el euro.Rasmussen seguirá gobernando en minoría con el Partido Radical y con el apoyo externo de otras formaciones. Los pronósticos llegaron a poner en aprietos a un primer ministro que se arriesgó tres semanas atrás a convocar elecciones anticipadas, confiado en que la buena marcha de la economía le favorecería. El resultado confirma la idea expresada por Rasmussen de que los daneses quieren preservar -aunque con reformas- su Estado de bienestar y están dispuestos a pagar impuestos para ello.

El retroceso del Partido Conservador de 27 a 17 escaños ha sido espectacular. Casi tanto como el fenómeno más preocupante que reflejan estas elecciones: el ascenso de 4 a 13 escaños del Partido de] Pueblo, creado hace dos años y que defiende una política de rechazo a los inmigrantes, cuya xenofobia puede acabar contaminando a otras formaciones políticas. No es algo exclusivo de Dinamarca, lo que convierte este fenómeno de la nueva extrema derecha en un problema para el conjunto de una Unión Europea en la que, con la excepción de España y Alemania, gobierna el centroizquierda.

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