Ninguna chica
La inmigración adolescente marroquí es, por ahora, cosa de varones. Entre los casi 800 chavales en estas circunstancias que han pasado por el centro de Hortaleza en los últimos cuatro años no hay ninguna chica. "Cabe suponer que en eso influyen las condiciones sociales y religiosas de Marruecos", asegura Guerrero.
Algunos chicos pasan varías veces por el centro y muy pocos retornan a su país por su propia voluntad. Al preguntarles de qué viven, la respuesta suele ser un ambiguo "me busco la vida", donde puede caber de todo. "Cuando llegamos a contactar con las familias, a veces nos...
La inmigración adolescente marroquí es, por ahora, cosa de varones. Entre los casi 800 chavales en estas circunstancias que han pasado por el centro de Hortaleza en los últimos cuatro años no hay ninguna chica. "Cabe suponer que en eso influyen las condiciones sociales y religiosas de Marruecos", asegura Guerrero.
Algunos chicos pasan varías veces por el centro y muy pocos retornan a su país por su propia voluntad. Al preguntarles de qué viven, la respuesta suele ser un ambiguo "me busco la vida", donde puede caber de todo. "Cuando llegamos a contactar con las familias, a veces nos encontramos con padres, sobre todo con madres, muy angustiados por sus hijos", añade.
La mayor parte de estos chavales sabe castellano. Pero con aquellos que lo desconocen, los educadores tienen que echarle imaginación, ya que en este recinto de primera acogida no hay intérpretes. Se ayudan de unos libros con ilustraciones en varios idiomas donde aparecen palabras como ducha, cena o familia.
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