Cartas al director

Nos toman por imbéciles

Hay técnicos municipales que, sin duda, deben tomarnos al resto de la ciudadanía poco menos que por imbéciles.Hace casi dos años, por acuerdo tomado en la reunión anual de la comunidad de vecinos, presentamos una denuncia ante la Junta Municipal de Arganzuela, que preside Clemente Torres Palomo, contra las empresas de distribución de prensa Sertrane, SA y Garpres, SA, ubicadas en el número 7 de la calle de Sebastián Herrera.

El motivo de la denuncia no puede ser más evidente: ambas empresas utilizan un diminuto almacén, de apenas veinte metros cuadrados (si descontamos las estanterías, ...

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Hay técnicos municipales que, sin duda, deben tomarnos al resto de la ciudadanía poco menos que por imbéciles.Hace casi dos años, por acuerdo tomado en la reunión anual de la comunidad de vecinos, presentamos una denuncia ante la Junta Municipal de Arganzuela, que preside Clemente Torres Palomo, contra las empresas de distribución de prensa Sertrane, SA y Garpres, SA, ubicadas en el número 7 de la calle de Sebastián Herrera.

El motivo de la denuncia no puede ser más evidente: ambas empresas utilizan un diminuto almacén, de apenas veinte metros cuadrados (si descontamos las estanterías, un automóvil entraría con dificultad) para realizar la distribución de prensa diaria.

En las condiciones físicas de esta distribuidora, resulta evidente que se ha de utilizar la calle como muelle de carga y descarga.

En la denuncia se hacían ver estas circunstancias insalvables que obligan a los vecinos a soportar todas las madrugadas del año, desde poco después de las cuatro de la madrugada hasta aproximadamente las siete de la mañana, el trajín de automóviles, las voces de los transportistas, las risas, el correr de los carritos metálicos, y todo ello ante la impotencia de comprobar cómo los técnicos municipales dicen que, una vez comprobados los hechos, "no se detecta que el ruido sea apreciable".

Desearíamos que los referidos técnicos o sus jefes políticos tuviesen que soportar cada madrugada esa continua intromisión ilegítima en el necesario descanso, a ser posible debajo de sus balcones.

Una vez más, parece que nos encontramos que prima algún compromiso por encima de los derechos de los ciudadanos.- .

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