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Si el presidente del Gobierno presume de entender el arte moderno, como afirmó en la feria de Arco, corre el riesgo de que alguien le pregunte por qué Picasso pintaba en los retratos los ojos en el cogote. Sin duda resultaría divertido oírle también a Aznar algún comentario racional sobre el papagayo de Kounellis encaramado en unos sacos de carbón. Uno daría cualquier cosa por observar la profundidad del rostro presidencial ante un bote de sopa de tomate Campbell's pintado por Andy Warhol o formulando un ponderado juicio acerca del cuadro de Joseph Beuys titulado ...

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Si el presidente del Gobierno presume de entender el arte moderno, como afirmó en la feria de Arco, corre el riesgo de que alguien le pregunte por qué Picasso pintaba en los retratos los ojos en el cogote. Sin duda resultaría divertido oírle también a Aznar algún comentario racional sobre el papagayo de Kounellis encaramado en unos sacos de carbón. Uno daría cualquier cosa por observar la profundidad del rostro presidencial ante un bote de sopa de tomate Campbell's pintado por Andy Warhol o formulando un ponderado juicio acerca del cuadro de Joseph Beuys titulado Cómo explicar cuadros a una liebre muerta. Por fortuna, no hay que entender nada. El arte antiguo o moderno no es una propuesta que se hace al conocimiento, sino a la emoción estética. Una cosa bella nos gusta precisamente porque no la comprendemos. Amamos lo que desconocemos. Ese punto mágico que hace a un arte indescifrable nos subyuga, y ahí acaba todo. En este momento entra en Arco taconeando Naomi Campbell y, aunque nadie la entienda, todo el mundo vuelve la cabeza y se siente atraído por el fluido magnético que despiden sus formas. Esta bella mujer queda inmóvil ahora junto al cuadro de Warhol y durante un tiempo se exhibe en público junto al bote de sopa que lleva su mismo apellido. La comitiva oficial se detiene ante estas dos obras de arte y en el grupo hay un experto que da algunas explicaciones a las dignas autoridades. ¿Cuál de las dos obras de arte entenderá mejor el presidente del Gobierno? Desde el punto de vista de la estética, nada se puede decir del bote de sopa pintado al acrílico que no se pueda atribuir al cuerpo vivo de Naomi, y cualquier emoción que despierte la modelo también se puede trasvasar a la sopa de tomate de Warhol. Como una pantera, Naomi Campbell comienza a caminar por el recinto de la feria y el misterio de sus formas se va posando en cada cuadro que ella contempla. Sígala, señor Aznar. El arte es precisamente eso que ella va arrastrando. No hay que entender nada.

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