Reportaje:EXCURSIONES

Pórticos de la sierra

Iglesias románicas jalonan un paseo por el somonte segoviano siguiendo el gran recorrido GR-88

Pablo Sainz, cura de Sotosalbos, dice que el románico amansa a las fieras y a los demonios, como la música de Orfeo. Y es una verdad como un templo. Ahí están los madrileños que, llevados por el demonio de las prisas, recorren a toda máquina la ladera segoviana de la sierra, cual lobos ávidos de cordero, y, en llegando por azar a Sotosalbos, van y se sosiegan. El pórtico de la iglesia de Sotosalbos, con sus nueve columnas geminadas, es la lira que tañe el sol al remontar el puerto de Malagosto, haciendo resonar la fibra sensible de los domingueros y distrayéndolos de sus fieros propósitos ...

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Pablo Sainz, cura de Sotosalbos, dice que el románico amansa a las fieras y a los demonios, como la música de Orfeo. Y es una verdad como un templo. Ahí están los madrileños que, llevados por el demonio de las prisas, recorren a toda máquina la ladera segoviana de la sierra, cual lobos ávidos de cordero, y, en llegando por azar a Sotosalbos, van y se sosiegan. El pórtico de la iglesia de Sotosalbos, con sus nueve columnas geminadas, es la lira que tañe el sol al remontar el puerto de Malagosto, haciendo resonar la fibra sensible de los domingueros y distrayéndolos de sus fieros propósitos con la vieja canción de la salvación, cuya letra simbólica labraron los canteros del siglo XIII en sus nueve capiteles. Mas es éste un rapto efímero, porque, en cuanto Pablo Sainz -guía espiritual y turístico de la parroquia- da por concluida la visita, todos corren al asador del pueblo y como hay Dios que se embuchan un lechazo.Hay otra forma de recorrer el somonte segoviano que procura un sosiego mucho más duradero y que no acaba necesariamente ante los manteles de un figón, comulgando el viajero con paletillas de lechal; se trata de caminar o pedalear, que tanto monta, por el sendero de gran recorrido GR-88 -el cual faldea toda la vertiente septentrional del Guadarrama, desde el Espinar hasta Somosierra, y en particular por el trecho de poco menos de 15 kilómetros que va de Sotosalbos a la ermita de Nuestra Señora de las Vegas. Enhebra la senda vastos praderíos, montejos de vegetación balsámica -cantueso, mejorana, tomillo, milenrama...- y chatos caseríos de piedra elemental sobre los que descuella el rudo campanario de un templo románico. ¿Restaurantes de postín? Ninguno. ¿Alimento? Sobrado. Alimento para el alma que, recogida en estas románicas soledades, se hincha de paz: "El mejor yoga", según Pablo Sainz.

Rastreando las señales del sendero de gran recorrido -trazos de pintura blanca y roja por doquier-, el excursionis ta sale de Sotosalbos por la carretera de Pelayos del Arroyo, pueblo que se presenta a dos kilómetros escasos, con su igle siuca de finales del siglo XII y, dentro de ella, unos frescos románicos que narran, en plan story-board, las postrimerías del patrón San Vicente mártir de cómo fue interrogado, encarcelado y atormentado por Diocleciano; de cómo su cadáver fue defendido de los necrófagos por un cuervo, y después de ser arrojado al ponto, fue devuelto por las olas a la playa para que se le enterrase como Dios manda.

El sendero vira en Pelayos hacia naciente, hacia la loma de la Salceda, monte de pasto y roble corpulento que se sube bordeando una alambrada, sin perder las señales, para caer por la ladera contraria sobre el caserío fantasmal de Chavida, dando vista a las desamparadas ruinas románicas de Santiuste de Pedraza. Por el río de Abajo -que más abajo se nombra Sordillo-, el camino atraviesa de claro en claro la aldehuela de La Mata, a ocho kilómetros ya del inicio, y luego su soto comunal, salpicado de fresnos hercúleos, yendo a dar tres kilómetros y pico más allá en Requijada, lugar de monte pardo -o sea, de encinas- e iglesia con pila bautismal románica y campanas que, repicadas con fe, conjuran la tormenta. Una pila y unas campanas que salieron de la vecina ermita de las Vegas.

De nuevo por el asfalto, y en un decir amén, el excursionista se planta ante la ermita de las Vegas: la de los siete bautizos de los siete infantes de Lara y las reuniones y elecciones de los procuradores generales de la Tierra de Pedraza; la del pórtico a mediodía y los capiteles poblados de centauros y otras criaturas inconcebibles. Sola como sólo puede estarlo una ermita junto a un álamo seco, en un claro de verdor entre aradas, bajo el cielo diáfano de Castilla, Nuestra Señora de las Vegas, creamos o no, es -para repetir la frase de Maurice Barrés y ahorramos cavilar, porque se está aquí tan a gusto, sin pensar en nada-, "uno de esos lugares donde sopla el espíritu".

La tentación de la carne

Dónde. Sotosalbos está a 95 kilómetros de Madrid, yendo por la carretera de La Coruña (A-6) hasta Villalba, tomando aquí la M-601 hasta el puerto de Navacerrada, luego la CL-601 hasta La Granja, el desvío a Torrecaballeros, y la N- 110, dirección Soria. Si se hace el paseo en grupo, cabe dejar previamente un coche en la ermita de las Vegas para regresar a Sotosalbos.Cuándo. Marcha de 14,5 kilómetros, sólo ida -unas tres horas y media a pie, o dos en bici de montaña-, por camino franco, bien señalizado, que no presenta dificultad ni en pleno invierno.

Quién. Juan Pedro Velasco y José Luis Huertas son los auto res de la guía Excursiones a pie por la provincia de Segovia, edita da por Desnivel, en que se describe el sendero de gran recorrido GR-88. La ruta propuesta coincide en parte con el itinerario 5, página 61.

Y qué más. Mapas 18-18 (457) y 19-18 (458) del Servicio Geográfico del Ejército. Y para los que no puedan resistir la tentación de la carne: asadores Las Casillas, teléfono (921) 40 30 68, en Sotosalbos, y La Tejera de Fausto, teléfono (921) 12 70 87, en Requijada, junto a la ermita de Nuestra Señora de las Vegas.

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