Entrevista:

"En ETA nadie quiere responsabilizarse de su cierre"

Defensor de adoptar toda iniciativa que agudice en la izquierda abertzale sus cada vez mayores contradicciones, Joseba Egibar, de 38 años, mantiene las posiciones más osadas del PNV y persiste en la necesidad de que los partidos se muevan para ayudar a que en HB se imponga la práctica política y en ETA triunfen las tesis de quienes han concluido que la práctica de la violencia es contraproducente para sus objetivos.Pregunta. ¿Cómo ve el momento actual en que HB renueva su dirección mientras ETA amenaza a todos los cargos públicos del PP?

Respuesta. Es difícil. En se...

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Defensor de adoptar toda iniciativa que agudice en la izquierda abertzale sus cada vez mayores contradicciones, Joseba Egibar, de 38 años, mantiene las posiciones más osadas del PNV y persiste en la necesidad de que los partidos se muevan para ayudar a que en HB se imponga la práctica política y en ETA triunfen las tesis de quienes han concluido que la práctica de la violencia es contraproducente para sus objetivos.Pregunta. ¿Cómo ve el momento actual en que HB renueva su dirección mientras ETA amenaza a todos los cargos públicos del PP?

Respuesta. Es difícil. En seis meses, ETA ha asesinado a tres concejales del PP y cree haber encontrado un filón para catapultar su acción ante la opinión pública. Ha generado repulsa y condena en la sociedad por atentar contra representantes del voto popular, aunque, teóricamente, no deba hacerse distinción en las víctimas. Al parecer, ETA sigue depositando todo su esquema negociador en las relaciones ETA-Estado y por eso está golpeando al PP, lo cual descoloca a HB social y políticamente. En su huida hacia adelante, ETA está arrastrando en el desprestigio a HB.

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P. ¿Cuál es su percepción sobre lo que se mueve en el Movimiento de Liberación Nacional Vasco?

R. Creo que no se mueve gran cosa. Lo que ocurre es que no es un mundo monolítico. Hoy por hoy, impera la acción de la fuerza, de quien manda, y la acción político-militar sobre el MLNV está en ETA. Aunque desconocemos si, en este momento en que HB se tiene que renovar, va a inaugurar también una forma de hacer política y a intervenir en temas que interesan a la ciudadanía.

P. Después de 30 años de historia en los que siempre han ganado las pistolas, ¿pueden ganar por vez primera los políticos?

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R. ¡Ojalá! Pero, hoy en día, la dirección política está en ETA, la pistola marca la consigna y los efectos están perjudicando al MLNV. Un militante de la izquierda abertzale que se sienta de este país, aunque tenga sus ideas y cierta connivencia con la lucha armada, no puede defender que se asesine a un semejante con el que se está compartiendo el trabajo en un ayuntamiento.

P. ¿Se ha llegado al punto en el que, como afirman críticos de ETA como José Luis Álvarez, Txelis, la lucha armada se ha convertido en algo rentable para el Gobierno?

R. Julen Madariaga, uno de los fundadores de ETA, ya ha dicho que no se sabe si ETA está infiltrada, pero actúa como si lo estuviera. Creo que la violencia, que fue instrumental en su momento, se ha convertido en algo estructural y ahora ETA no puede parar. Hace falta mucha valentía, coraje e inteligencia política para afirmar que lo que se decidió entonces, lejos de beneficiar, perjudica hoy a la causa que se defiende. Hace falta saber también si quien dirige eso hoy persigue los objetivos fundacionales.

P. Xabier Arzalluz proponía hace poco que "hay que moverse" como en Irlanda porque el mundo de ETA no es monolítico. ¿Qué quiere decir? ¿Que hay que debilitarles, dividirles, fracturarles?

R. En ETA hay una impotencia y una debilidad políticas que se suplen con la acción violenta, que condiciona y tiñe todo. Su debilidad es evidente porque no se atreve, en igualdad de condiciones, a medir sus ideas y proyectos con el resto de las fuerzas.

P. ¿A qué se debe esa resistencia de ETA a facilitar el diálogo con una tregua?

R. Por pura debilidad. Por un orgullo histórico, mesiánico, fundamentalista, que está impregnando toda la política del conjunto del MLNV. Soy de los convencidos de que a ETA y todo lo que representa, un electorado que le da soporte aunque no acepte estos atentados, hay que procurarle una salida. Existe una razón, mezclada de emoción y recuerdo histórico, por la que el votante de HB no quiere ver a ETA humillada y va a seguir apoyándola con su voto hasta lograr una solución política. Se trata de gente que está viviendo el conflicto con cierta distancia, pero dando a ETA la capacidad de actuar como está actuando.

P. ¿Cree que la firmeza del PP ha contribuido a esa debilidad?

R. El PP ha pasado de una posición intransigente hacia el PSOE, que tenía un, diseño más allá de la eficacia policial y el cerco internacional, a la actual posición del Gobierno, que está situado en una trinchera. La perspectiva de la trinchera es la de quien está debajo de tierra y, cuando alza la vista por encima, sólo ve lo que ve: el enemigo y poco más.

P. Ustedes critican el inmovilismo del Gobierno. Pero el anterior, socialista, lo intentó todo sin resultado.

R. El PSOE lo exploró todo. Desde 1982. Cuando accedió al poder, tenía el referente del intento de golpe de Estado de 1981 y seprodujo un enamoramiento de su dirección política con la Guardia Civil; existía un preGAL que tuvo su continuidad en la primera época socialista, en la que se mantuvieron las jerarquías policiales. Hasta 1987 exploró eso. Cuando vio que esa vía no tenía solución, inició otras. Fue el momento de los actos de Madrid y Ajuria Enea. Éste fue un colchón político para permitir al gobierno socialista negociar directamente con ETA. Pero en Argel, salvo honrosas excepciones, se sentaron ETA y el GAL y así dio de sí lo que dio.

P. ¿Cuál es su análisis de ese fracaso de Argel?

R. Creo que entró un vértigo en ambas delegaciones. Porque se adentraron en el campo de la negociación política sin saber en qué podía derivar. Hubo vértigo en ETA y nerviosismo e intranquilidad en el Gobierno. Hubo muchos errores, pero el básico fue la falta de concepción de la negociación. Para comenzar una negociación con una idea de final es preciso diseñar previamente la solución y después establecer los pasos que se tienen que dar. Pero allí se comenzó la casa por el tejado. Además, en ETA nadie con capacidad política suficiente quiere responsabilizarse de su cierre.

P. ¿Cree que ahora estamos más cerca de ese momento?

R. En este país ha quedado consagrado un principio: las cuestiones políticas las van a dilucidar, consensuar, acordar en su caso, aquéllos que ostentan la representación del voto popular. Es HB la que tiene la responsabilidad de afrontar la resolución de este problema si lo cree necesario e imprescindible. ETA no tiene ninguna legitimidad para negociar con nadie en nombre del pueblo vasco.

P. HB es un partido, pero con la cobertura de las armas. Es difícil que así haga política.

R. No sé hasta cuándo se va a mantener así, pero cuanto más tarde peor para ellos. La organización se va degradando y la acción de la pistola, la intolerancia de la violencia, lo va impregnando todo y no está surgiendo ahí una voz política con suficiente autoridad como para decir que lo que fue instrumental en 1989 ha dejado de tener razón de ser y la acción política debe tener esta dirección.

P. Hay muchas críticas hacia la ambigüedad del PNV. ¿Pero qué puede hacer el PNV respecto a ETA y HB?

R. Nosotros no podemos convencerles. Ellos saben muy bien desde 1975 [la muerte de Franco] que hubo una colisión de estrategias en origen y el PNV optó por una. Las dos únicas estrategias que se han enfrentado, no confrontado sino enfrentado, han sido las del PNV y ETA. Nosotros dijimos que íbamos a participar en el juego democrático y optamos por el autogobierno, del que ofrecemos un balance positivo a la sociedad. ¿Qué balance puede presentar ETA, aparte del sufrimiento, el desgaste y el dolor? Ha vencido la estrategia pragmática, posibilista o reformista, como ellos dicen. Sin embargo, creemos que aquella transición no está cerrada porque hay un porcentaje importante que no se ha incorporado al juego democrático. No por debilidad, sino por responsabilidad, tenemos que tratar de integrar a todo ese mundo. Y eso no es ambigüedad, sino responsabilidad.

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