"Señor, soy de Ermua"

El orgullo por el comportamiento de sus vecinos ante el terror afloró en su presentación. "Señor, soy de Ermua". El soldado, un profesional mecánico, se encontraba reparando un carro de combate en el acuartelamiento de Mostar-este cuando el Rey, que visitaba las instalaciones, llegó hasta donde estaba trabajando. La presentación no dejó de sorprender al jefe del Estado, que ayer se comportaba como un militar entre sus colegas.El despliegue español en el sureste de Bosnia les ha llevado a ocupar lugares tan atípicos como un santuario mariano, en las inmediaciones del Cuartel General de Medjugor...

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El orgullo por el comportamiento de sus vecinos ante el terror afloró en su presentación. "Señor, soy de Ermua". El soldado, un profesional mecánico, se encontraba reparando un carro de combate en el acuartelamiento de Mostar-este cuando el Rey, que visitaba las instalaciones, llegó hasta donde estaba trabajando. La presentación no dejó de sorprender al jefe del Estado, que ayer se comportaba como un militar entre sus colegas.El despliegue español en el sureste de Bosnia les ha llevado a ocupar lugares tan atípicos como un santuario mariano, en las inmediaciones del Cuartel General de Medjugorje, donde hace 25 años dicen que se apareció la Virgen. La Virgen de la Paz la llamaron entonces los vecinos, que pese a vivir en el régimen socialista de Tito, montaron una pequeña industria turístico-religiosa que pervive pese a la guerra.

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En las calles de esta localidad proliferan las tiendas de objetos religiosos con vírgenes y rosarios de todos los tamaños. Los militares españoles conviven con el santuario una vez superadas las primeras tensiones que generó la colocación de una ametralladora en el tejado de una de las ermitas marianas. Era el mejor punto de observación de la zona. Además, el complejo turístico hotelero que hoy ocupa el cuartel general se construyó gracias a los numerosos peregrinos alemanes y norteamericanos que han acudido a visitar el santuario.

Nuevos daños en un herido

En el cuartel general de las tropas españolas estaba previsto obsequiar a don Juan Carlos con una tarta por su 60 cumpleaños, pero se prescindió de cualquier signo de celebración en señal de duelo por la muerte del sargento Santiago Arranz, que falleció el pasado viernes en Bosnia en un accidente de tráfico.Los dos compañeros de Arranz heridos -los soldados Ricardo Hontiyuelo y Luis Miguel Crespo-, que se encuentran hospitalizados en Madrid, permanecían ayer estables, aunque su situación sigue siendo grave. El parte médico del hospital militar Gómez Ulla señala que a Ricardo Hontiyuelo se le ha detectado sangre en el peritoneo "por alguna lesión que en estos momentos se trata de detectar". No ha podido ser operado de la fractura total que sufre en la cadera izquierda hasta que se controle esta situación.

En su vuelo de regreso don Juan Carlos hizo escala en la base italiana de Aviano, donde están destinadas las unidades del Ejército del Aire español que dan cobertura a las fuerzas desplegadas en Bosnia. La dotación es de 175 militares, que pilotan y dan servicio a los cuatro cazas F-18 y al avión de transporte Hércules allí desplegados junto con otras unidades de la OTAN.

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"¿Qué manera hay mejor que ésta, estar con mis tropas, para celebrar mi cumpleaños?", dijo el Rey en la base tras recibir como regalo la primera gorra bordada con el emblema del destacamento Ícaro. El capellán le ofreció un ejemplar de los Evangelios con dedicatoria, el mismo regalo de Reyes que recibieron los miembros del grupo.

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