Cinco países aún mantienen el cerrojo

, La fecha mágica del 1 de enero de 1998 sólo afecta a 10 de los 15 socios de la Unión Europea. Cinco de ellos mantienen, aunque sea por unos meses, el mercado cerrado más o menos cerrado. Luxemburgo no abrirá las fronteras hasta dentro de seis meses debido a su reducido tamaño geográfico. Los otros han obtenido la derogación por el retraso del sector. Es el caso de España (hasta el 30 de noviembre próximo), Irlanda y Portugal (hasta el 1 de enero del 2000) y Grecia (hasta el 1 de enero del 2001).La actual apertura de los mercados de telefonía básica y de infraestructuras de comunicación fue a...

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, La fecha mágica del 1 de enero de 1998 sólo afecta a 10 de los 15 socios de la Unión Europea. Cinco de ellos mantienen, aunque sea por unos meses, el mercado cerrado más o menos cerrado. Luxemburgo no abrirá las fronteras hasta dentro de seis meses debido a su reducido tamaño geográfico. Los otros han obtenido la derogación por el retraso del sector. Es el caso de España (hasta el 30 de noviembre próximo), Irlanda y Portugal (hasta el 1 de enero del 2000) y Grecia (hasta el 1 de enero del 2001).La actual apertura de los mercados de telefonía básica y de infraestructuras de comunicación fue acordada el 22 de julio de 1993. Pero ya desde hace años el mercado, dominado de forma aplastante por los monopolios públicos, se ha ido abriendo. Muchos monopolios se han ido privatizando y han perdido su dominio en sectores ya abiertos a la concurrencia. En 1990 se liberalizó en Europa la transmisión de datos y la telefonía vocal para la comunicación entre grupos cerrados, principalmente entre empresas. En 1994 se abrieron las comunicaciones por satélite y en 1996 la telefonía móvil. Esa apertura paulatina resta espectacularidad a la liberalización de la telefonía básica, pese a que supone dos tercios de los 180.000 millones de dólares (más de 27 billones de pesetas) en que evalúa el mercado europeo el Observatorio Mundial de sistemas de comunicación.

La Comisión Europea confía en que la apertura al mercado de la telefonía básica suponga una reducción de las tarifas telefónicas. Pero eso no estará garantizado hasta que en todos los Estados miembros se garanticen tarifas de interconexión transparentes, objetivas y no discriminatorias. Es fundamental porque las nuevas compañías deberán servirse de las actuales redes de la competencia para ganar clientela y si deben pagar por ello precios abusivos no podrán crecer. Asimismo, el derecho de los abonados a mantener su número actual aunque cambie de proveedor tampoco será obligatorio hasta dentro de dos años.

El anuncio de la liberalización ha generado dos movimientos distintos en los últimos meses. Por un lado, la tendencia de las empresas a ir introduciendo nuevos hábitos de consumo entre sus abonados para mantener su nivel de ingresos con menos clientes. Ese es el objetivo de la distribución gratuita de contestadores automáticos, que permiten facturar una llamada que normalmente no tendría respuesta y no produciría ningún beneficio. O la oferta de productos complementarios como el desvío de llamada, que permite también el cobro de una llamada suplementaria.

La apertura del mercado ha ido generando grandes proyectos de alianzas como Global One (Deutsche Telekom, France Télécom y Sprint), Concert (MCI, British Telecom, Telefónica) puesta en cuestión por la irrupción de WorldCom en MCI o Unisource (AT&T, KPN holandesa, Swiss Telecom, Telia Suecia y Telecom Italia).

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